Hay veces que cuando miro el espejo, no me reconozco; y tantas otras que si me sucede.
Cuando no se quien veo en el espejo no me asusto. Me dispongo a conocer a ese que veo, que no soy yo -o que yo creo que no soy yo-. Aquel del espejo es una parte mía que ha salido a flor de piel para que la pueda ver, reconocer y asimilar a mi. Con ese proceso puedo sanarla, puedo sanarme.
Hay tantas cosas que suceden en mi vida de las cuales no me doy cuenta o que doy por sentado o que pasan sin yo verlas realmente. Mucho en mi vida es rutina, son pasos sin saberme haberlos dado. La doctrina del hacer sin recordar ni saber que hago.
Esa imagen del espejo, ese aquel que soy yo, me muestra que cosas han estado pasando en mi vida; esas imagen del espejo me muestra el camino que he caminado hasta llegar a ese espejo, me muestra lo que estoy siendo.
Todos tenemos esos días; y eso tampoco me justifica de los míos. El ver a aquella persona rara, desconocida, transformada, rara, extraña me trae a mi presente y me despierta.
Verlo, verme, me permite encontrar mi senda, mi ritmo, mi color y mi brillo.
Acepto al extraño, que está en mi, y le doy amor. Me sano y me amo, en mi peor versión. Me sano y me amo en mi versión más negativa y tóxica.
El proceso de la purificación no se da cuando me pienso/siento divino, sino cuando me siento "lo peor" o "mi peor versión". La purificación es para aquellos que están dispuestos y disponibles a andar por sus desiertos y nutrirlos con agua.
Aquella imagen del espejo es mi desierto; es mi zona a purificar, a sanar, a amar. En ella encuentro una nueva parte mía que no conocía y que compone mi "todo yo".
A veces no me conozco; hasta que me elijo y acciono dan dome mi tiempo y espacio para reconocerme y sanar aquella parte mía que está dolida -en dolor-.
Cuando no se quien veo en el espejo no me asusto. Me dispongo a conocer a ese que veo, que no soy yo -o que yo creo que no soy yo-. Aquel del espejo es una parte mía que ha salido a flor de piel para que la pueda ver, reconocer y asimilar a mi. Con ese proceso puedo sanarla, puedo sanarme.
Hay tantas cosas que suceden en mi vida de las cuales no me doy cuenta o que doy por sentado o que pasan sin yo verlas realmente. Mucho en mi vida es rutina, son pasos sin saberme haberlos dado. La doctrina del hacer sin recordar ni saber que hago.
Esa imagen del espejo, ese aquel que soy yo, me muestra que cosas han estado pasando en mi vida; esas imagen del espejo me muestra el camino que he caminado hasta llegar a ese espejo, me muestra lo que estoy siendo.
Todos tenemos esos días; y eso tampoco me justifica de los míos. El ver a aquella persona rara, desconocida, transformada, rara, extraña me trae a mi presente y me despierta.
Verlo, verme, me permite encontrar mi senda, mi ritmo, mi color y mi brillo.
Acepto al extraño, que está en mi, y le doy amor. Me sano y me amo, en mi peor versión. Me sano y me amo en mi versión más negativa y tóxica.
El proceso de la purificación no se da cuando me pienso/siento divino, sino cuando me siento "lo peor" o "mi peor versión". La purificación es para aquellos que están dispuestos y disponibles a andar por sus desiertos y nutrirlos con agua.
Aquella imagen del espejo es mi desierto; es mi zona a purificar, a sanar, a amar. En ella encuentro una nueva parte mía que no conocía y que compone mi "todo yo".
A veces no me conozco; hasta que me elijo y acciono dan dome mi tiempo y espacio para reconocerme y sanar aquella parte mía que está dolida -en dolor-.
Comentarios