Sobrevuela con cierta gracia, es como que el viento la contiene. Sus extremidades extendidas, su vista bien encendida. Observa y analiza, confirma y realiza. No se permite el dudar,eso la haría fracasar. Toma impulso y se precipita. Cae y cae, viaja como flecha a su diana. La velocidad, su amiga, en este momento. Y no fue divisada por su presa Se zambulle confiando en si misma. Alcanza su meta. Con su premio logrado retoma su lugar en los aires. Casi sin aletear vuelve a estar a su altura. Flotando y escudriñando su próximo objetivo. Todo vuelve a comenzar. Así es el hacer del cormorán, accionando sin dudar. Es que luego de tomar la decisión ya no hay vuelta atrás. Debe alimentarse, debe vivir. Debe hacer o perecer. Si dudase un segundo, todo acabaría. Cuando decide se precipita por ello. Matías Hugo Figliola