Esperando que el otro hiciera algo, ya que el se lo había pedido, se quedo esperando bajo la sombra del árbol que lo protegía de aquel radiante sol. Esperando, esperando y esperando; de ello se trataban sus días, de esperar. De esperar al otro que debía de hacer lo que se le había pedido, esperar que alguien lo ayude; de esperar que alguien le lleve comida o agua. Esperar que alguien le de alguna moneda o algún billete. De esperar que uno u otro o algún otro, que pasaba por allí, lo ayudara ya que el así lo necesitaba. La espera se hizo su hábito, su alimento, su bebida y su respirar. La espera se hizo su modo de vida y con ella, su modo de morir. La queja fue su estandarte; el único patrimonio que dejó. Esta fue la historia que me contó una tarde nublada y lluviosa, un hombre que estaba construyendo su humilde hogar, bajo un puente. Quien se había encargado de hacer y de crear por el mismo, aun en esas condiciones adversas. Esta fue la enseñanza que me dio, que se dio; est