Solto la soga que lo tenía atado a ese muelle. Solto la soga no porque estuviese cansado de tenerla, ni porque sus manos le dolieran. Solto la soga porque aquel puerto no era el suyo. Solto la soga para navegar. El destino no lo había decidido pero le latía, en su interior, el deseo de viajar. No había arrepentimiento ni por haberse quedado en tal puerto, ni por haberse ido de tal lugar. No habia arrepentimiento de haber soltado la soga ni de haberla retenido tanto tiempo entre sus manos. Ahora sus manos estaban libres para mover los remos, para experienciar algo nuevo en su vida. Ahora sus manos no retenian, sino sostenian los dos remos que estaban en su bote. El esfuerzo era notable, es que se había acostumbrado a tener y no a empujar; y como todo musculo, solo hay que entrenarse. Solo hay que ponerse al corriente de lo que uno esta viviendo. Nadie le pudo decir nada. En el puerto que dejo, quedaron las personas que amaba, no las que se alejaba escanado.En el mar, se