Pararse en el lugar virtuoso de toda ecuación. Pararse por sobre la dualidad, pararse desapegado de las cosas que, nosotros mismos, permitimos nos manipulen y nos desorienten. El poder de estar con uno mismo, viendo las cosas y comprendiéndolas como sucesos; como acontecimientos que no tienen ninguna carga emocional o tensión o juicio en si mismos. El ser humano le da ese poder, esa carga, esa tensión ese juicio (prejuicio) a las cosas; y ellas, manipuladas por el miedo, la inseguridad y la separación con uno mismo rigen nuestros días. Nos levantamos y los pensamientos ya son prejuicios. Hay que escucharse y saber que es lo que estamos diciendo, lo que queremos decir y desde donde parte ese decir. La dualidad esta empañada de juicios, prejuicios y cargas emocionales, tanto por falta como por exceso. El lugar virtuoso es pararse por sobre esta viscosidad que empaña nuestro ver-hacer-pensar-sentir-decir-vivir. Y como todo lo que digo por aquí o por otros medios y modos; siempre