Llora la esposa, desconsoladamente, por la pérdida de su amado esposo. Lloran sus hijos, perdidos en dolor, por la pérdida de su amado padre. Todos estaban demandándole a la muerte les devuelva a su padre. Todos estaban dándole adjetivos monstruosos a aquella imagen, la muerte. Su padre y su madre, amigos, hermanos, tíos, nietos y primos se quejan de la injusta pérdida; todos demandan lo mismo y ninguno de ellos razona, no es momento de razonar. Nadie puede comprender, no es momento de hacerlo, que no fue la muerte la que fue injusta; que ella tan solo acompaña a la persona en esta transición. Nadie comprende lo precioso de la vida, hasta que se pierde. No estamos despiertos para saber que estamos dormidos, creyendo que vivimos. Es la única verdad, quien vive despierto en esta vida no es despedido con más lágrimas que sonrisas; aceptar la pérdida desde el amor y amar el recuerdo, viviéndolo. Antes del final, habrá una linea que muestre nuestra elección y tan solo será un camb