Cuando se pierde el deseo de vivir, es que hemos perdido nuestra motivación para vivir nuestra vida. La motivación, los que nos motiva a hacer, está vinculada con nuestro deseo y nuestra pulsión creadora y creativa. Al perder esto, tenemos dos modos de afrontarlo. Desganándonos y estando "apagados" y "encerrados" en nosotros mismos es una opción, en tanto la otra es continuar aceptando y asimilando "deseo" de otros para continuar. Ese continuar es robótico, rutinario y ausente. Ese continuar es en base a una estructura -falso deseo- que imponen y que fomentan para estandarizar modos, ideas, emociones y vidas. Cuando perdemos ese deseo de vivir, es sano y positivo el corregir el foco. Para ello hay que abrir los ojos, respirar pausada y amorosamente. Tomarse el presente para volver a uno mismo, para reconectarse con uno, para saber que anda sucediendo. Tomarse el presente para saber que se está pensando, que se está sintiendo y que se está haciendo.