Tengo dos oídos y por ellos he escuchado muchas explicaciones. He podido escuchar, tantas veces, y oir, tantas otras veces, explicaciones. Explicaciones que en si son excusas. Con esto no juzgo con mala intención ni mal sentir a lo que se me dice, solo lo juzgo. Y juzgar es emitir una opinión, es tener una opinión sobre algo. He podido ver y comprender que siempre hay excusas para todo hacer, para toda acción, para toda reacción y para no reaccionar ni hacer también. Las excusas siempre surgen de nosotros como justificativos validatorios de nuestro hacer. Y esperamos ser entendidos y no criticados ni tratados de mala manera; ya que hemos explicado del porque de lo sucedido. Ahora, habiendo explicado esto puedo decir dos cosas. Una es que siempre existe una excusa para todo; y que nunca existe una excusa para una excusa. Es decir, podrás excusarte de todo y con muchas o pocas palabras, pero no podrás dar una excusa de tu excusa; la excusa no tiene justificativo en si.