Salatba su soga, jugando con ella. Caminaba por la vereda, jugando con ella. Comia su comida, jugando con ella. Respiraba el aire, jugando con el. Sentia su ropa, como jugando con ella. Esuchaba cuanto llegaba a sus oidos, jugando con ello. Observaba lo que acontecía, jugando con ello. Parecía tener ocho años; parecía ser una niña que no había madurado, como le dicen los adultos. Parecía ser tantas cosas y era solo ella. Era una señora, una mujer adulta y no vieja. Estaba viviendo su vida, jugando con ella. Estaba sintiendo sus arrugas, jugando con ellas. Estaba percibiendo como su cuerpo había cambiado, jugando con el. Era una mujer adulta... Quienes la conocieron me contaron que era una Sabia. De ella no se sabe más nada hoy, pero todos afirman que está. Y se encuentra jugando con todo y todos los que quieran jugar. - Por fecha 26/01/2013 - Matías Hugo Figliola