Festejamos el comienzo de un nuevo año. Celebramos el nuevo nacimiento de trescientas sesenta y cinco nuevas posibilidades de poder conseguir lo que deseamos. Tan solo cambia un segundo y todo se limpia; cambia un mili-segundo y todo se renueva. Y esto sucede pero mientras esto acontece, se está persiguiendo lo mismo de siempre, pensando de la misma manera y repitiendo lo ya repetido tantos mili-segundo, segundos, minutos, horas, días y años. Queremos que el nuevo año sea mejor, queremos que el nuevo año nos de más posibilidades. Queremos esto y muchísimas cosas más; mas no lo deseamos. No ponemos nada de nosotros en nuestro deseo, no damos nada a cambio de esta posibilidad de renacer, de corregir, de sanar, de mejorar y de ser responsable en nuestras vidas. Exigimos que el año que comienza sea mejor que el anterior, que fue malo. Y lo exigimos como un niño que hace su berrinche, con capricho y consciencia. Demandamos que todo sea mejor mientras no queremos perder nada, n...