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Mostrando las entradas de febrero, 2012

Propongo

Sale el sol, y el día ya se encuentra transcurriendo. Pasan los minutos y uno no desea levantarse. Entre vueltas y vueltas dentro de la cama, el despertador repite su trabajo. Estamos preparados para poder suspender el sonido del levantarse para quedarnos en cama y estirar, aunque sea unos momentos mas, el levantarse. Ducha o no ducha, esa es una elección. Desayunar o no; café o mate, con o sin comida. Esa es otra elección. Salimos y seguimos nuestro andar repetitivo hasta nuestro trabajo. Hay días en que este dura, a nuestra percepción, poco; y otras que dura mas de lo que uno desearía. Termina y uno vuelve, repetidamente a casa. Allí esta nuevamente el elegir de hacer algo o no, descansar o salir; charlar, pensar, música, amigos. Varias posibilidades se presentan. Al finalizar el día, uno preparar al despertador para que cumpla la función rutinaria de despertarnos. En breves pasos explique el suceder cotidiano. Ahora me pregunto, cuantas cosas hemos pasado por alto por la
Una vez fue muelle - Por fecha 28/02/2012 - Matías Hugo Figliola

Dijo, y se fue.

No tenía mucho por decir, y por ello callaba. Algunos le creían mudo, mientras otros asumían que no estaba en la realidad. Se suponía que era autista, que estaba enojado con todo el mundo; que solo maldecía para sus adentros a todas las personas. Tanto se creía de él que se llego al punto de pensarlo ciego y sordo, y hasta posiblemente mudo. El estaba sentado, tranquilo; callado. En el tiempo que las demás personas lo veían, el no hablaba. Nunca lo habían visto hablar.  Igual, ninguna de estas personas le había hablado. Aunque el hombre no asumía ni presuponía ni prejuzgaba, solo aceptaba. El tiempo fue transcurriendo lentamente; en la cara de las personas que pasaban frente a él se podia percibir el paso del tiempo.  Una tarde, con mucha armonía y paz en su hacer, se paro y dijo: "me retiro. Veo que no tienen preguntas ni dudas ni ganas de charlar. Sigo mi andar. Les agradezco lo que me han permitido asimilar de las experiencias que no han sabido ver, y aun así me han dado am
Puente o vado - Por fecha 26/02/2012 -  Matías Hugo Figliola

Solo un pensamiento

Somos participes de todo suceso, activamente o pasivamente. Es decir que participamos de las cosas, estando presente en el lugar del hecho o sin estar. El silencio es peligroso. El callarse es un síntoma de aislamiento y de desventaja. Digo aislamiento porque uno no comunica al otro lo que piensa, siente. Y al no comunicar el otro individuo, igual a uno, asume la charla que debería de haber tenido con el otro. En ese asumir se crean conversaciones, enojos, peleas, etc. que nunca existieron. El callarse no da seguridad de nada. La seguridad no existe, es una palabra que cubre a la verdadera palabra que es aislamiento. Uno se separa del otro y luego uno le recrimina al otro que no esta, y viceversa. La otra palabra era "desventaja". Esta palabra la uso porque nos manejamos manipulando, condicionando y buscando beneficio personal en todo hacer. Estamos andando en base al rédito personal y, lamento decirlo, esto no es una ventaja. La ventaja, cuando se perjudica a otro, no
Laberinto  Matías Hugo Figliola

lo que sucedió

Tenía algo en su mano, era algo pequeño pero preciado. Tenía algo en su mano, y digo tenía, es que ya se lo han robado. Lo que tenía era la tríada de su vida. amor, paz y armonía. Ahora se lo han quitado, o es que él se lo ha entregado. Ahora posee en su mano, vacio, recelo y envidia. Entre tanto vacio rodeandolo, que hasta su mano no sabía si existía. Una noche recupero su tríada robada, amor, paz y armonía. Es que no se la habían robado ni nada, el solo fue, y lo sabía Es que su miedo fue su consejero, y con el perdió su deseo. Ahora esta cambiando de vocero, se elije a si mismo, sin su miedo. Matías Hugo Figliola
Amistad  Matías Hugo Figliola

Aquel pueblito que conocí

Caminando por las calles de un pueblo, de esos pueblos que uno los conoce solo por error. Que entra a ellos solo por intriga, sin tener nada que en ellos resalte. Las calles de este pueblo estaban como nuevas. El asfalto estaba levemente manchado por las ruedas de los autos. Como comentaba, me encontraba caminando por estas calles. Estaba caminando y mirando desinteresadamente; como pasando el momento para retirarme de ese pueblo que nada tenía para ofrecerme, ni ofrecerle a otro. Llevaba caminadas unas pocas cuadras, al rededor de cuatro o cinco, cuando algo me llamo la atención. En la encrucijada de calles había una palabra de color blanca, de un tamaño normal. Estaba escrita en sentido que la pudiera leer fácilmente. Al leer esta palabra pude ver que decía: "nuevo". Ver esta palabra me llamo la atención, pero no tanto como para detenerme por mucho tiempo; y proseguí mi caminar. Al llegar a la próxima encrucijada observe que estaba escrito otra palabra: "para"
Ocaso en proceso -  Por fecha 21/02/2012 -   Matías Hugo Figliola

Por hoy, nada mas.

Culturas. Y dentro de ellas, ideas y gustos, formas de ver y pensar. Todo establecido, empaquetado y listo para insertar al nuevo individuo, que desde ese momento pasa a estar dividido entre lo que es, y será,  y lo que la cultura le dice que debe de ser y hacer. Las normas de convivencia, son funcionales. Las reglas, solo sirven para medir; lo rígido nunca sirvió. Y no servirá aunque se lo siga intentando. La cuestión esta en que nos vemos diferentes, y distantes, del otro; de cualquier otro. Vemos a un desconocido, que es desconocido hasta que uno se proponga a conocerlo. Somos diversos, cosa que no es peligrosa. Y distantes, porque ya no nos concebimos como unidad. Nos separamos tanto del otro, que creamos un abismo de conexión, y en ese abismo vemos al otro como agresor. No se lo preguntamos, ya desde estar fuera de nosotros entra en la categoría de agresor-perturbador-peligroso. Así fuimos distanciándonos y creando esa realidad de que el otro es peligro, y como todo peligr
La otra orilla  Matías Hugo Figliola

La diferencia

el trato de la gente esta desvirtuado; como se suele decir: "ya no es lo que era". El respeto, la educación, las buenas intenciones, el avasallar, la hipocresía. Todo ha cambiado de posiciones y de grado de valor. Ahora la gente finge ser algo que no es y también busca la forma de obtener un rédito, desleal muchas de las veces, en favor suyo, sin interesarse en el otro. Las manos que tocan la espalda son revisadas para ver si tienen puñal o no. Ya no hace falta que solo desconfiemos de nosotros y no nos tengamos respeto; sino que tenemos que dudar del otro. Doble gasto de energía. No he encontrado el punto de quiebre, en la formación de este modo de ser. Si puedo decir que veo su expansión, degradación, con el paso del tiempo. Asimismo, veo como están surgiendo, cada vez mas, gente con valores y con deseo de hacer el bien. Es que a mayor desequilibrio, debe haber mayor equilibrio; es coherente. No se a donde terminaremos, y si lo haremos todos juntos o por cada indi
Partida de cuajo  Matías Hugo Figliola

Valores vacíos

Contar, contar, contar y contar. Sumar, restar, sumar, sumar y restar. Los números eran sus amigos, sus confidentes y hasta sus amantes. Vivía amándolos. Estaba desorbitado por ese amor. Había dejado a su mujer, olvidado a su hijo y sus dos hijas. Había olvidado hasta donde era que vivía. Recordaba su nombre, su cara y el color de sus ojos, por el reflejo que veía de él en aquel cristal que tenía frente a si. Sus manos eran su único, y mas bello, regalo. Las cuales contaban y sumaban y restaban; las cuales manipulaban los papeles y los números. Todo en su vida estaba olvidado, ya no había más nada por olvidar. Ya no había nada que se entrometiera en su romántico hacer. Estaba el y los números. Un día, todo llego a su limite; el nunca lo supo, eso lo puedo confirmar. Estaba haciendo su danza cotidiana y, sencillamente, murió. Esta fue la vida de aquella persona que baso su vida en valores vacíos. Sin mas ni menos, paso desapercibido. Creo que nadie supo que murió, ni tampoco
Colorido  Matías Hugo Figliola

Esta historia, de dos desconocidos

El estaba parado, esperando. Ella, ella todavía no había llegado. El contaba las personas que pasaban por delante. Ella iba pasando personas, zigzagueando entre ellas. El se encontraba sonriendo, viendo la vida en acción. Ella estaba contenta, porque aunque llegando tarde estaba yendo a conocerlo, aun sin saberlo. Así sucedió; una noche de verano; estos dos individuos se conocieron. Ella y el, el y ella. Y allí se cruzaron, y entablaron una charla que sola fue ligando sus personas, sin que ellos lo supieran. Unas bebidas y comidas fueron los acompañantes, y los únicos testigos de que en ese suceder el amor estaba conectando a estas dos personas. Por un momento todos los relojes se detuvieron. El tiempo se tomo un descanso, para poder ver a esta pareja en el arte de vivir.  El terminar la cena, fue el sellar el pacto silencioso de la aceptación.  Las 12 dieron su aviso, el tiempo se acordó de sus tareas. Ella no se transformo en ninguna cenicienta y el no fue ningún ratón. El después 
Posición capitalista  Matías Hugo Figliola

Aquel que vi

Estaba viéndolo, estaba observando lo que hacía. No podía quitar mis ojos de cara, de sus gestos y expresiones. Me tenía paralizado. Así sucedía. Tomaba un sorbo, dejaba la taza y volvía a tomar el cuchillo. Así, una vez tras otra. Tomaba un sorbo, dejaba la taza y volvía a tomar el cuchillo. Y su cara cambiaba de gestos y expresiones al tomar el cuchillo. Gesticulaba y se percibía placer en el. El cuchillo era utilizado para lo que fue creado, sin importar lo que tenga frente a él. Y este hombre bien sabía que era así. Tomaba el cuchillo, lo usaba, lo dejaba, tomaba un sorbo de café. Nunca se supo en que usaba su cuchillo, nunca me quede suficiente tiempo para averiguarlo. Y corrí de allí, pensando lo peor; imaginando lo peor. Y él, en ese instante se percato de que había estado un hombre, por unos momentos, escondido viendo por la ventana. Mientras el cenaba con su familia. - Por fecha 11/02/2012 - Matías Hugo Figliola
Encerrados  - Por fecha 10/02/2012 - Matías Hugo Figliola

Al fin podré

Estaba en el valle, viendo la montaña frente a mi. Estaba placido en mi parque, disfrutando de mi bebida; viendo la montaña frente a mi. Iba y venía, dormía y despertaba. Cada vez que salia a ese parque inmenso, estaba la montaña frente a mi. Era bella, debía verse todo desde su cima. Tenia, en su punta, un claro el que permitía ver trescientos sesenta grados sin arboles o plantas que obstaculicen. Al pensar eso, me surgió la intriga de lo que habría del otro lado. Empecé por imaginar que no había nada mas, pero veía pasar volando pájaros y seguir sin miedo; esto desestimó mi idea de la nada al otro lado. Luego siguieron mis ideas, vagando y creando paisajes; lagos, ríos, más montañas, planicies, lugares aridos. Llegue a imaginar la idea de que había una casa como la mía, con una persona como yo, mirando la montaña todos los días. Invente que habían tempanos, que habían fieras terribles; que habían cosas invisibles y hasta por ahí algun monstruo feroz. Las ideas ampliaron sus p
Trayecto  Matías Hugo Figliola

Así fue como sucedió

Aprendió a cuidar monedas. Aprendió a acaparar joyas. El se encontraba cuidando sus monedas; ella acaparando sus joyas. Así sus hijos crecieron cuidando y acaparando sus monedas y joyas. Así fue como estos al crecer, cuidaron monedas y acapararon joyas. Y sus hijos, aprendieron lo mismo. El tiempo fue pasando y con el descendencia tras descendencia iba pasando. Hijos que se transformaban en padres e hijas que crecían y eran madres. Y la educación de este mundo fue cuidar sus monedas y acaparar sus joyas. Así termino este mundo, no se sabe nada de él. Fue autoconsumido por la codicia y la envidia. Algunos sabios estudiosos han dicho que el mismo planeta ha decidido poner fin a tan cruel existencia que acontecía sobre él. Nunca se supo el nombre del planeta; y el planeta nunca quiso decir su nombre, su vergüenza se lo negaba. El había creado sobre si mismo lagos, playas, mares, ríos, montañas, bosques, desiertos, selvas; había creado bellísimos animales, dándole una diversidad
Por donde veas, iglesia  Matías Hugo Figliola

Por estar feliz

Se encontraba alegre, contento. Estaba mas que eso, estaba feliz. Estaba cantando y, con ello, mostrando su felicidad. Nadie sabia porque estaba tan contento; ni tampoco se lo habían preguntado. Es que nadie se había tomado el tiempo ni el interés de hacer eso. Asumían y, como siempre, el asumir tiene un margen de error. En este caso, asumieron que estaba molestándolos; que ese canto era porque estaba divirtiéndose con ellos, mejor dicho de ellos. Asumieron que no los quería y que quería agotarlos, cansarlos y echarlos. Estaba festejando, era padre. Había logrado gestar hijos con su pareja. Estaba dichoso, como tantos padres se sienten en ese momento, en ese estado. Estaba cantando, armoniosamente; estaba haciendo música, muy bella. Estaba digo, porque ya no esta más. Asumieron algo que no era. No frenaron en averiguar ni entender, solo arremetieron contra él. Estaba digo, porque un zapato lo abatió. Lo saco de su momento y en ese mismo acto murió. Fue asesinado por un zapato; po
Cascada artificial  Matías Hugo Figliola

Ideas que se presentaron

La honestidad ante todo paso, en todo paso, a cada paso. La obediencia, siempre. Y por obediencia digo obedecer a la conciencia, que es nuestro yo real. Amor sentido eterno. El amor debe estar en todo crear. Ser sabio; y me refiero a aprender y asimilar, y a ser nuestros propios maestros. Ideas que se presentaron ante mi y sentís decir. Sentí y compartí. Compartí y solté. Solté y amé. En el cambio, siempre, hay amor. Matías Hugo Figliola
Simplicidad  Matías Hugo Figliola

En mis noches, en mis mañanas

Salio el sol, con el ha salido mi vida del letargo de mi sueño. Acabo de revivir; de nacer en esta vida que me ha de transcurrir tan solo por veinticuatro horas. Ayer he creído que me moria, todo estaba asi demostrado. Habia logrado relajarme y distenderme. Había soltado mi vida, había hecho mi propio velorio. Solo asistí yo, pero para mi había sido bello momento, no necesitaba a nadie mas. De a poco iba cansándome y en un momento... todo se calmo. Pensé había llegado; y no fue así. Hoy abrí mis ojos. Fui yo solo quien me recibió a la vida, no necesitaba a nadie mas. Inspire mi primer aire y con el toda mi vida y mi historia, que había quedado flotando frente a mi a la espera de mi renacer. Hoy tengo esta vida. Hoy, al menos por hoy estoy vivo y por ello me siento dichoso. No me hago problemas por mi muerte, me ocupo de mi vida; es tan corto mi tiempo aquí... Matías Hugo Figliola