Tenía en su mano lo que tanto había buscado. Había logrado su cometido. Consiguió lo que tanto había anhelado y querido. Ahora era momento de descansar y disfrutarlo sanamente y plácidamente. Ahora era el momento de relajarse y buscar el modo de sanar las heridas creadas, de sanar los dolores asimilados; de olvidar las cosas realizadas. Ahora era el momento de poder tener a su preciado botín y glorificarse con, y de, el. Todos sus hijos veían su cara de miseria, de dolor y de tristeza; pero ninguno se animaba a decirle nada. Habían visto lo que su padre era capaz de hacer. Su esposa hubiera dicho algo, lo hubiera enfrentado; pero ella fue una de las perdidas, dolores, heridas y costos que tuvo este botín. Ella ya no esta aquí con él. Sus padres se han distanciado sin reparo a la primer posibilidad de hacerlo, tal asi como sus sirvientes que prefirieron perecer de hambre y no bajo las ordenes del señor. Su castillo ya parecía una ruina de cientos de años, y tan solo se había e