Muchas personas seguían a uno. Era como si fuese un líder, como si fuese un guía... Era como si fuese un pastor y su rebaño. Los mire pasar, me senté y continué mirando; es que son tantos los seguidores, fieles, ovejas que el espectáculo es para mirarlo con serenidad. Mirarlo para estar recordando las elecciones propias, no para jugarlos (aunque siempre se me ha escapado un tanto de palabras con ese tinte negro sanguíneo) No logro pararme que pasa otro pastor, guía, dirigente, líder o como desees decirle, ya que he confirmado aquí arriba nomas. Sigo mirando, ahora un poco más cómodo y con unos mates como fiel escribano de mi posición. Termina este grupo, o secta -es que no me preocupe en buscar de cual parte eran los que pasaron-, y me levanto. Nueva procesión... nuevo ritual de actos, personas y cosas. Solo cambia el color y las formas, pero la verdad sigue pegada en cada uno de ellos, pastores de ovejas o tan solo guías espirituales de gente, o lideres de liderados; o esclavos