Estaba en el valle, viendo la montaña frente a mi. Estaba placido en mi parque, disfrutando de mi bebida; viendo la montaña frente a mi.
Iba y venía, dormía y despertaba. Cada vez que salia a ese parque inmenso, estaba la montaña frente a mi.
Era bella, debía verse todo desde su cima. Tenia, en su punta, un claro el que permitía ver trescientos sesenta grados sin arboles o plantas que obstaculicen.
Al pensar eso, me surgió la intriga de lo que habría del otro lado. Empecé por imaginar que no había nada mas, pero veía pasar volando pájaros y seguir sin miedo; esto desestimó mi idea de la nada al otro lado.
Luego siguieron mis ideas, vagando y creando paisajes; lagos, ríos, más montañas, planicies, lugares aridos. Llegue a imaginar la idea de que había una casa como la mía, con una persona como yo, mirando la montaña todos los días.
Invente que habían tempanos, que habían fieras terribles; que habían cosas invisibles y hasta por ahí algun monstruo feroz.
Las ideas ampliaron sus posibilidades hasta llegar al punto que al otro lado se encontraba el edén; ese lugar divino al que todos, realmente todos, anhelamos llegar.
Esta idea fue colmando mi cuerpo, celula tras celula; idea tras idea. Sentimiento tras sentimiento. Hasta encontrarme todo el día pensando en el edén, que tan cerca tenía.
Me armaba de voluntad y decidía ir a la montaña y ver del otro lado, todos los días. Y todos los días, una u otra escusa me negaban ir hacia allí.
Empezaron con escusas que podían ser tomadas como responsabilidades; pero con el paso de los días, cada vez más, se mostraban como escusas.Como tristes escusas.
Paso el tiempo y yo mirando la montaña y decidiendo ir, y frenandome x alguna falsa responsabilidad que hacia que deje para el dia de mañana esa travesía.
He llegado al final de mi vida, estoy yaciendo en el pasto, recostado contra un montículo de tierra; que me permite tener una vista maravillosa.
Mi única idea que ronda en este momento , mientras siento que mi respirar va siendo mas lento, en donde mi corazón va denotando su fatiga y cada bombeo es mas pausado y lento que el anterior, es que en breve ya no tendré más escusas para ir a la montaña y conocer el edén.
Antes de que mi ultima exhalación salga de mi me entristecí, me supe un tonto por no hacer nunca y por haber vivido mi vida de escusa en escusa.
Pero al fin voy a ir; voy a conocer el otro lado de la montaña, voy a conocer el edén.
Adiós
Iba y venía, dormía y despertaba. Cada vez que salia a ese parque inmenso, estaba la montaña frente a mi.
Era bella, debía verse todo desde su cima. Tenia, en su punta, un claro el que permitía ver trescientos sesenta grados sin arboles o plantas que obstaculicen.
Al pensar eso, me surgió la intriga de lo que habría del otro lado. Empecé por imaginar que no había nada mas, pero veía pasar volando pájaros y seguir sin miedo; esto desestimó mi idea de la nada al otro lado.
Luego siguieron mis ideas, vagando y creando paisajes; lagos, ríos, más montañas, planicies, lugares aridos. Llegue a imaginar la idea de que había una casa como la mía, con una persona como yo, mirando la montaña todos los días.
Invente que habían tempanos, que habían fieras terribles; que habían cosas invisibles y hasta por ahí algun monstruo feroz.
Las ideas ampliaron sus posibilidades hasta llegar al punto que al otro lado se encontraba el edén; ese lugar divino al que todos, realmente todos, anhelamos llegar.
Esta idea fue colmando mi cuerpo, celula tras celula; idea tras idea. Sentimiento tras sentimiento. Hasta encontrarme todo el día pensando en el edén, que tan cerca tenía.
Me armaba de voluntad y decidía ir a la montaña y ver del otro lado, todos los días. Y todos los días, una u otra escusa me negaban ir hacia allí.
Empezaron con escusas que podían ser tomadas como responsabilidades; pero con el paso de los días, cada vez más, se mostraban como escusas.Como tristes escusas.
Paso el tiempo y yo mirando la montaña y decidiendo ir, y frenandome x alguna falsa responsabilidad que hacia que deje para el dia de mañana esa travesía.
He llegado al final de mi vida, estoy yaciendo en el pasto, recostado contra un montículo de tierra; que me permite tener una vista maravillosa.
Mi única idea que ronda en este momento , mientras siento que mi respirar va siendo mas lento, en donde mi corazón va denotando su fatiga y cada bombeo es mas pausado y lento que el anterior, es que en breve ya no tendré más escusas para ir a la montaña y conocer el edén.
Antes de que mi ultima exhalación salga de mi me entristecí, me supe un tonto por no hacer nunca y por haber vivido mi vida de escusa en escusa.
Pero al fin voy a ir; voy a conocer el otro lado de la montaña, voy a conocer el edén.
Adiós
Matías Hugo Figliola
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