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Perdiendo lo micro.

Nos manejamos en lo grande. Vamos a lo macro; lo valoramos.
No vemos a la hormiga que lleva su carga sobre su cuerpo (como si fuese su única realidad, sabiendo que es su única realidad, su única ocupación y con esa ocupación esta el placer y el servicio -servicio es el vicio de servir-.). Lo que si vemos es a la gente corriendo; el trabajo a gran escala. el dilema del dinero, el vicio del poder, el viajar, el tema familiar. el mundo, las guerras, los controles, las muertes, entre otras situaciones mas;  y viendo asi... uno pierde la perspectiva de todo, de la vida. De esta vida.
Del porque vivimos, para que vivimos.
Del que somos.
Del porque somos infelices con tantas cosas que no valen la pena, y porque no somos felices con el todo que tenemos a nuestro alcance, y que nunca nos detenemos a ver.
Como es que nos nublamos por aquellas nubes de necesidad de aceptación, de competición, envidia, odio, avaricia, etc. y perdemos el horizonte. Perdemos el norte, el sol y todo entre ellos y uno mismo. En esa bruta batalla encarnizada de malos contra malos, en donde los buenos dejan este plano con mucha tristeza.

Y es que así sucede, viendo lo macro y perdiéndonos lo micro. Es que todavía no podemos concebir que un micro organismo tenga el mismo valor que un ser humano y sus posesiones. En donde ponemos en el afuera las cosas que deben estar dentro nuestro. En donde damos el propio poder para que sea corrompido y sea abusado en nosotros mismos.
Perdiendo lo micro, abundando en lo macro. Olvidando que el todo esta conformado de todas las pequeñisimas partes; y que nosotros existimos por nosotros mismos y no por la aprobación del afuera.

- Por fecha 14/03/2012 - 

Matías Hugo Figliola

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