El fuego, en una fogata, siempre ha sido uno de los nutrientes de mi filosofar.
Hoy he vuelto a vivir un momento así, y siento me encuentro en un estado eterno.
Poder ver la danza de las llamas; poder sentir el calor en mi cara y cuerpo.
Ver como se generan las brazas y como ese acontecimiento desprende, de si mismo, un embrujo en mi.
Es uno de los momentos en los que me encuentro en paz, silencio y plenitud. La armonía que en ese momento se produce en el exterior, se refleja instintivamente en mi interior.
Llego a estar en una calma sentida, viviendo el presente; sabiendo que el presente es eterno. Es más, ahí concibo la eternidad.
Es por ello que hacer una fogata, pequeña o sencilla, grande o suculenta, siempre me provoca sentirme en armonía con el todo.
Es por ello que hoy he escrito de esto; de la conciencia que se despierta, en mi, al estar en reunión con un fuego y sus leños.
Con una fogata y un momento de silencio es una de las puertas para conectarme con mi consciencia.
Momento de conciencia, momento de goce.
Hoy he vuelto a vivir un momento así, y siento me encuentro en un estado eterno.
Poder ver la danza de las llamas; poder sentir el calor en mi cara y cuerpo.
Ver como se generan las brazas y como ese acontecimiento desprende, de si mismo, un embrujo en mi.
Es uno de los momentos en los que me encuentro en paz, silencio y plenitud. La armonía que en ese momento se produce en el exterior, se refleja instintivamente en mi interior.
Llego a estar en una calma sentida, viviendo el presente; sabiendo que el presente es eterno. Es más, ahí concibo la eternidad.
Es por ello que hacer una fogata, pequeña o sencilla, grande o suculenta, siempre me provoca sentirme en armonía con el todo.
Es por ello que hoy he escrito de esto; de la conciencia que se despierta, en mi, al estar en reunión con un fuego y sus leños.
Con una fogata y un momento de silencio es una de las puertas para conectarme con mi consciencia.
Momento de conciencia, momento de goce.
Matías Hugo Figliola
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