Sonreía, sonreía y no cesaba de sonreír. Todos lo veían como el hombre mas alegre del pueblo.
Por este constante sonreír es que le pusieron un apodo, el de "Sr Alegría"; y todo el pueblo lo conocía así Todos se referían sobre este hombre con ese apodo con tal naturalidad que hasta ya se le había convertido en nombre.
Para los viajeros que pasaban por el pueblo, era un evento a presenciar el del "Sr Alegría". No se podía charlar con él personalmente, ni tampoco se podían acercar.
Vivía pasando un risco, en donde antes supo haber un puente. En donde ahora hay un espacio vacío y unas pequeñas tablas colgando al azar por una soga maltrecha.
Si le podían gritar; es más, la gente le gritaba cosas. Le preguntaba como era que hacía para siempre sonreír, para siempre estar feliz, alegre y con una sonrisa en su cara.
La gente le pedía concejos de que hacer, como hacer, para donde ir, si dejar a alguien o si tener un hijo más. Le preguntaban muchísimas preguntas, de muchísimos temas y él no contestaba a ninguna.
Él nunca contesto a ninguna, siempre se digno a sonreír y a estarse quieto en el pórtico de su casa, mirando fijamente a los que se paraban del otro lado del risco.
Lo que nunca nadie supo, porque el "Sr Alegría" nunca quiso decirlo, es que el no sonreía. El estaba mostrándole los dientes; como poniendo a sobre aviso que quien se acercase iba a ser recibido con agresión.
Lo que nunca nadie supo es que el no sonreía, él estaba enojado y listo para atacar.
Lo que él si supo es que el era un hombre feliz, no de sonreír constantemente pero si de sonreír varias docenas de veces por día; y que todo eso lo perdió cuando encontró oro. Cuando lo encontró y se lo llevo a su casa.
Desde ese día que nunca nadie supo cuando fue, que nadie sabe que existió siquiera, el "Sr Alegría" rompió su puente y se para frente al pórtico de su casa, mostrando los dientes a cualquiera que se haga visible.
Y si no le contesta a nadie es porque desconfía de todos. La codicia lo encegueció y el miedo le lleno la cabeza con ideas.
Y así es como, irónicamente, ese hombre es llamado el "Sr Alegría" y, en sus adentros, el esta padeciendo el día que encontró lo que le quito su alegría, su vida.
Por este constante sonreír es que le pusieron un apodo, el de "Sr Alegría"; y todo el pueblo lo conocía así Todos se referían sobre este hombre con ese apodo con tal naturalidad que hasta ya se le había convertido en nombre.
Para los viajeros que pasaban por el pueblo, era un evento a presenciar el del "Sr Alegría". No se podía charlar con él personalmente, ni tampoco se podían acercar.
Vivía pasando un risco, en donde antes supo haber un puente. En donde ahora hay un espacio vacío y unas pequeñas tablas colgando al azar por una soga maltrecha.
Si le podían gritar; es más, la gente le gritaba cosas. Le preguntaba como era que hacía para siempre sonreír, para siempre estar feliz, alegre y con una sonrisa en su cara.
La gente le pedía concejos de que hacer, como hacer, para donde ir, si dejar a alguien o si tener un hijo más. Le preguntaban muchísimas preguntas, de muchísimos temas y él no contestaba a ninguna.
Él nunca contesto a ninguna, siempre se digno a sonreír y a estarse quieto en el pórtico de su casa, mirando fijamente a los que se paraban del otro lado del risco.
Lo que nunca nadie supo, porque el "Sr Alegría" nunca quiso decirlo, es que el no sonreía. El estaba mostrándole los dientes; como poniendo a sobre aviso que quien se acercase iba a ser recibido con agresión.
Lo que nunca nadie supo es que el no sonreía, él estaba enojado y listo para atacar.
Lo que él si supo es que el era un hombre feliz, no de sonreír constantemente pero si de sonreír varias docenas de veces por día; y que todo eso lo perdió cuando encontró oro. Cuando lo encontró y se lo llevo a su casa.
Desde ese día que nunca nadie supo cuando fue, que nadie sabe que existió siquiera, el "Sr Alegría" rompió su puente y se para frente al pórtico de su casa, mostrando los dientes a cualquiera que se haga visible.
Y si no le contesta a nadie es porque desconfía de todos. La codicia lo encegueció y el miedo le lleno la cabeza con ideas.
Y así es como, irónicamente, ese hombre es llamado el "Sr Alegría" y, en sus adentros, el esta padeciendo el día que encontró lo que le quito su alegría, su vida.
Matías Hugo Figliola
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