He visto volar a miles de pájaros. También los he visto dar pequeños brincos en forma de caminar.
He visto a los peces mover sus colas desplazándose por el río.
He podido disfrutar de el galopar de un caballo y de su potrillo a su lado.
He tenido el privilegio de ver a un perro demostrando todo su amor a su compañero, que se había ido a comprar algo a una tienda.
He colmado mi alma al ver un colibrí mantenerse estático, aun en plenísimo movimiento, y alimentarse con su pequeña y larga lengua.
He tenido la gratificación de ver a un nene, sonriendo, y que él también me vea a mi y podamos conectarnos, de niño a niño.
Y el bello sentimiento al ver a una pareja de ancianos, paseando de la mano, hablándose y viéndose con amor.
He visto esto y aquello; también he sentido diversas emociones y algunos sentimientos.
He aprendido algo en la vida, por ahí otra cosa más, y ello es que hay que disfrutar de lo pequeño de la vida. Lo que uno da por asumido, lo que se cree que estorba para la meta importante.
Disfrutar de las pequeñas cosas de la vida; eso es lo que he aprendido en esta vida.
Matías Hugo Figliola
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