Este es un escrito que él me presta para que yo lo preste; para continuar el ciclo del dar-recibir, el ciclo del amor que mas que ciclo es un modo de vida.
Y es por ello que multiplico su deseo de multiplicar, su deseo de compartir para que todos despertemos de una bella vez a este jugar y andar que es la vida.
"Siempre quise ser el hombre invisible pero, es obvio, nunca lo conseguí; tal vez por eso comencé a crear, porque el fantástico mundo de la invención me daba la posibilidad de irme en otros que, al final, me acercaron al que verdaderamente debía ser, es decir que, inventando, me fui pareciendo cada día más a mi mismo.
El yomismo es fantástico y cómodo de desarrollar, porque depende de uno mismo; lo incomodo y cruel es depender de los demás.
Me cansa hablar de mi, me aburre, hay cosas mas divertidas, aunque cuando debo hablar en primera persona me reconforta pensar que cada vez que digo yo soy estoy diciendo Dios es, el Todo que es Dios; entonces, cuando digo yo, estoy declarando al Orinoco que anduve con Coromoto, a los trenes que me devuelven a Salamanca, al otro Guernica, al otoño en Amsterdam, al tiempo vertical de Manhattan, al tiempo horizontal de la India.
Esta diversa y voluptuosa pluralidad conforma al yo singular, al yomismo que, día a día y país a país sube al escenario, al místico escenario donde el hombre se entrega a sus mejores rituales, a declarar lo que amo, pues, ante todo, soy la suma de lo que me ha enamorado, es decir la belleza dramática de Bolivia, la noche que la continua, las nueces, las uvas, el queso, los prolijos laberintos de Borges, la inocencia de Ana que aun no se dio cuenta de que es una mujer, la leña ardiendo en el invierno europeo y la carta de mi querida sudamericana, las ideas nuevas, los antiguos maestros, el africano donde recupero mi perdido y antiquismo sonido, la noruega donde descubro mi verdadera identidad, las maravillas del amor y de la libertad asociadas, el fuego, el bendito fuego, el sagrado fuego, la paz, que tal vez sea fuego quieto, el pez donde vengo, la estrella donde voy."
Facundo Cabral
Y es por ello que multiplico su deseo de multiplicar, su deseo de compartir para que todos despertemos de una bella vez a este jugar y andar que es la vida.
"Siempre quise ser el hombre invisible pero, es obvio, nunca lo conseguí; tal vez por eso comencé a crear, porque el fantástico mundo de la invención me daba la posibilidad de irme en otros que, al final, me acercaron al que verdaderamente debía ser, es decir que, inventando, me fui pareciendo cada día más a mi mismo.
El yomismo es fantástico y cómodo de desarrollar, porque depende de uno mismo; lo incomodo y cruel es depender de los demás.
Me cansa hablar de mi, me aburre, hay cosas mas divertidas, aunque cuando debo hablar en primera persona me reconforta pensar que cada vez que digo yo soy estoy diciendo Dios es, el Todo que es Dios; entonces, cuando digo yo, estoy declarando al Orinoco que anduve con Coromoto, a los trenes que me devuelven a Salamanca, al otro Guernica, al otoño en Amsterdam, al tiempo vertical de Manhattan, al tiempo horizontal de la India.
Esta diversa y voluptuosa pluralidad conforma al yo singular, al yomismo que, día a día y país a país sube al escenario, al místico escenario donde el hombre se entrega a sus mejores rituales, a declarar lo que amo, pues, ante todo, soy la suma de lo que me ha enamorado, es decir la belleza dramática de Bolivia, la noche que la continua, las nueces, las uvas, el queso, los prolijos laberintos de Borges, la inocencia de Ana que aun no se dio cuenta de que es una mujer, la leña ardiendo en el invierno europeo y la carta de mi querida sudamericana, las ideas nuevas, los antiguos maestros, el africano donde recupero mi perdido y antiquismo sonido, la noruega donde descubro mi verdadera identidad, las maravillas del amor y de la libertad asociadas, el fuego, el bendito fuego, el sagrado fuego, la paz, que tal vez sea fuego quieto, el pez donde vengo, la estrella donde voy."
- Por fecha 19/11/2012 -
Matías Hugo Figliola
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