Contaba historias en su cabeza. Sus ideas le creaban tantas imágenes como su miedo le decía. Creo miles de posibles realidades, que se sentían como realidad.
Estaba sentado mirando un árbol, unos pájaros y el pasto; sintiendo la tierra, la brisa y el calor del sol. Estaba en un presente que, si el no hubiera estado en un futuro, le hubiera gustado.
Sus preocupaciones de las obligaciones que tenía lo ausentaban, lo asustaban y lo hacían sufrir. Las preocupaciones que tenía, que en verdad lo tenían a él, le quitaban su palpitar.
Se sentía desvanecerse a cada segundo, se sentía atrapado, ahogado y desesperado. Sentía su pecho oprimido y sudor en su frente.
Las obligaciones que él sentía que tenía le quitaban su vida. Su presente era su ausente y su futuro era la condena del pasado, manejado por el miedo.
Así vivió su momento, y quien sabe su vida. Así fue como transcurrió y él sin darse cuenta de que su vida se iba.
Estaba sentado mirando un árbol, unos pájaros y el pasto; sintiendo la tierra, la brisa y el calor del sol. Estaba en un presente que, si el no hubiera estado en un futuro, le hubiera gustado.
Sus preocupaciones de las obligaciones que tenía lo ausentaban, lo asustaban y lo hacían sufrir. Las preocupaciones que tenía, que en verdad lo tenían a él, le quitaban su palpitar.
Se sentía desvanecerse a cada segundo, se sentía atrapado, ahogado y desesperado. Sentía su pecho oprimido y sudor en su frente.
Las obligaciones que él sentía que tenía le quitaban su vida. Su presente era su ausente y su futuro era la condena del pasado, manejado por el miedo.
Así vivió su momento, y quien sabe su vida. Así fue como transcurrió y él sin darse cuenta de que su vida se iba.
- Por fecha 25/12/2012 -
Matías Hugo Figliola
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