Busco la forma de seguír en contacto con aquella persona. Busco forma de viajar y de entablar una realidad.
Busco ideas e ilusiones. Busco mentiras y contradicciones. Busco necesidades y carencias.
Busco cuanto pudo para no ver su dolor. Busco cuanto pudo para no aceptar su perdida; para no aceptar su duelo.
Lo que estuvo no estaba. Lo que esta no es lo que hubo en un entonces ni tampoco es la ilusión que él se creo.
Lo que está en este momento es el dolor y el duelo esperandolo a que el despierte de su miedo y su perdida.
Y él, un día o noche, despertó. El dolor lo afligió. El duelo lo visitó y se instaló en su vida.
Ambos tres conversaron largamente, educadamente y amorosamente.
La charla duro días, tardes, noches y tantos días como fuesen necesarios.
El dolor le explicó que no era malo sentirlo, que era algo natural y sano. Que si el estaba de visita no era para perjudicarlo ni lastimarlo, era para que pueda vivenciar lo que paso y pueda, en ese mismo proceso, soltar y seguir en el presente. El dolor agregó que su visita no era para olvidar lo vivido, sino para poder acompañarlo en el llanto de eso que paso y poder sentirse mas liviano.
Por su parte el duelo también hablo.
El duelo le dijo que él lo iba a acompañar por el proceso de aceptación. Que iba a estar, a su lado, en los pasos de aprendizaje. El duelo le explico que estar con el no era sinónimo de malo; estar acompañado por el es la forma mas bella, y única, de poder procesar lo vivido y salir fortalecido y dispuesto a vivir con la experiencia que ha pasado.
El duelo le conto que él no solo viene en perdidas de gran escala; solo que en ellas uno se da cuenta de que ha venido a visitar.
Ambos dos, el dolor y el duelo, le pidieron al hombre que este dispuesto y disponible a abrirle su puerta para que ellos puedan entrar en los momentos que sea requerido.
El duelo y el dolor lo abrazaron por varios soles y por varias lunas y una más.
Se despidieron luego de que él haya pasado su momento de aceptación, aprendizaje y lo asistieron para que este totalmente dispuesto a vivir su presente y, que su fuese deseado o necesitado, lo llame a uno o a los dos para que lo acompañen en el momento que pase.
Y así el hombre acepto lo vivido, sonrió y abrazo su pasado; sonrió y abrazó a los momentos que no puede tener ahora, a la gente que no está con él en este momento. Se despidió de ese pasado, y lo ubicó en su respectivo lugar, que es dentro suyo pero no en su presente, y siguió su vida.
Esta no fue la única vez que el dolor y el duelo lo visitaron. Esta vez fue, tan solo, una vez que el duelo y el dolor lo visitaron.
Esperando que la próxima no debán asustarlo con tanto ruido, el dolor y el duelo se despidieron y desearon recibir el llamado y no llegar mientras el estaba dormido.
Busco ideas e ilusiones. Busco mentiras y contradicciones. Busco necesidades y carencias.
Busco cuanto pudo para no ver su dolor. Busco cuanto pudo para no aceptar su perdida; para no aceptar su duelo.
Lo que estuvo no estaba. Lo que esta no es lo que hubo en un entonces ni tampoco es la ilusión que él se creo.
Lo que está en este momento es el dolor y el duelo esperandolo a que el despierte de su miedo y su perdida.
Y él, un día o noche, despertó. El dolor lo afligió. El duelo lo visitó y se instaló en su vida.
Ambos tres conversaron largamente, educadamente y amorosamente.
La charla duro días, tardes, noches y tantos días como fuesen necesarios.
El dolor le explicó que no era malo sentirlo, que era algo natural y sano. Que si el estaba de visita no era para perjudicarlo ni lastimarlo, era para que pueda vivenciar lo que paso y pueda, en ese mismo proceso, soltar y seguir en el presente. El dolor agregó que su visita no era para olvidar lo vivido, sino para poder acompañarlo en el llanto de eso que paso y poder sentirse mas liviano.
Por su parte el duelo también hablo.
El duelo le dijo que él lo iba a acompañar por el proceso de aceptación. Que iba a estar, a su lado, en los pasos de aprendizaje. El duelo le explico que estar con el no era sinónimo de malo; estar acompañado por el es la forma mas bella, y única, de poder procesar lo vivido y salir fortalecido y dispuesto a vivir con la experiencia que ha pasado.
El duelo le conto que él no solo viene en perdidas de gran escala; solo que en ellas uno se da cuenta de que ha venido a visitar.
Ambos dos, el dolor y el duelo, le pidieron al hombre que este dispuesto y disponible a abrirle su puerta para que ellos puedan entrar en los momentos que sea requerido.
El duelo y el dolor lo abrazaron por varios soles y por varias lunas y una más.
Se despidieron luego de que él haya pasado su momento de aceptación, aprendizaje y lo asistieron para que este totalmente dispuesto a vivir su presente y, que su fuese deseado o necesitado, lo llame a uno o a los dos para que lo acompañen en el momento que pase.
Y así el hombre acepto lo vivido, sonrió y abrazo su pasado; sonrió y abrazó a los momentos que no puede tener ahora, a la gente que no está con él en este momento. Se despidió de ese pasado, y lo ubicó en su respectivo lugar, que es dentro suyo pero no en su presente, y siguió su vida.
Esta no fue la única vez que el dolor y el duelo lo visitaron. Esta vez fue, tan solo, una vez que el duelo y el dolor lo visitaron.
Esperando que la próxima no debán asustarlo con tanto ruido, el dolor y el duelo se despidieron y desearon recibir el llamado y no llegar mientras el estaba dormido.
- Por fecha 01/02/2013 -
Matías Hugo Figliola
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