Estar fuera del molde, fuera de las reacciones. Estar fuera de lo esperado, de los encuentros cotidianos.
Estar en un lugar diverso, estar accionando; estar eligiendo como estar.
Esto genera un desajuste en la gente, en los que van a interactuar, a chocar o a comunicarse con uno. Las respuestas, las devoluciones, las posturas no son las tradicionales; se les rompe el esquema.
Es como estar en el semáforo y esperar a la luz verde. Esta la luz roja, luego la amarilla y siguiendo a esta aparece una luz blanca. Colapso de situación, uno no sabe como reaccionar a eso.
Allí, en ese desajuste, es cuando se puede interactuar de ser humano a ser humano. Están desencajados, no encajan en el ir y venir de palabras, de gestos y de acciones.
Allí es cuando la persona, sin saberlo, pasa a ser ella misma al menos por unos segundos que toma consciencia y se vuelve a cerrar.
Es un suceso muy bello ver como el individuo es sorprendido y debe elegir por si mismo, y no por su rutina o sus tradiciones o sus miedos.
Se puede ver, en ese momento, que todos somos muy similares. Se puede ver, en esos momentos en los cuales las barreras no existen, que se crea una conexión real.
Sonrisas, frases, palabras. Gestos y posturas. Atención y elección de respuestas. Todo cambio, al menos por un momento, para esa persona. Sin saberlo fue intervenida por el amor, y esa intervención queda dentro de ella recordándole lo sucedido y su respuesta.
Se conoce a una persona en verdad cuando esta deja su caparazón de reacciones, prejuicios, dudas, inseguridades, miedos y comparte con el otro, y se vincula con el otro. Y allí se genera la comunicación, la acción común, la igualdad en la interacción.
Las barreras cesan, el amor avanza. Nosotros lo permitimos.
Estar en un lugar diverso, estar accionando; estar eligiendo como estar.
Esto genera un desajuste en la gente, en los que van a interactuar, a chocar o a comunicarse con uno. Las respuestas, las devoluciones, las posturas no son las tradicionales; se les rompe el esquema.
Es como estar en el semáforo y esperar a la luz verde. Esta la luz roja, luego la amarilla y siguiendo a esta aparece una luz blanca. Colapso de situación, uno no sabe como reaccionar a eso.
Allí, en ese desajuste, es cuando se puede interactuar de ser humano a ser humano. Están desencajados, no encajan en el ir y venir de palabras, de gestos y de acciones.
Allí es cuando la persona, sin saberlo, pasa a ser ella misma al menos por unos segundos que toma consciencia y se vuelve a cerrar.
Es un suceso muy bello ver como el individuo es sorprendido y debe elegir por si mismo, y no por su rutina o sus tradiciones o sus miedos.
Se puede ver, en ese momento, que todos somos muy similares. Se puede ver, en esos momentos en los cuales las barreras no existen, que se crea una conexión real.
Sonrisas, frases, palabras. Gestos y posturas. Atención y elección de respuestas. Todo cambio, al menos por un momento, para esa persona. Sin saberlo fue intervenida por el amor, y esa intervención queda dentro de ella recordándole lo sucedido y su respuesta.
Se conoce a una persona en verdad cuando esta deja su caparazón de reacciones, prejuicios, dudas, inseguridades, miedos y comparte con el otro, y se vincula con el otro. Y allí se genera la comunicación, la acción común, la igualdad en la interacción.
Las barreras cesan, el amor avanza. Nosotros lo permitimos.
- Por fecha 11/05/2013 -
Matías Hugo Figliola
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