El ser como un es, honesto con uno mismo, puede mantenerlo a uno en una isla, donde este solo o donde hayan algunos que compartan aquel lugar.
Uno puede trasladarse a diversas islas y lugares, uno puede convocarse a diversos grupos y ser aceptado amorosamente.
Lo que importa, creo en mi sentir, no es ser aceptado por el otro. Lo que importa, y me encuentro reafirmándolo en mi vivir, es ser aceptado por uno mismo; es decir que ser honesto, genuino y valorar lo que uno es, hace, dice, piensa, siente y vive.
La soledad existe cuando uno esta sin otra persona al lado, y aun allí uno esta en contacto y consigo mismo.
El sentirse solo es lo abrumadoramente devastador. Saberse solo aun rodeado de veinte personas, de risas y reuniones; de tragos y besos y caricias.
El sentirse solo es el sonido de la traición a uno mismo. Ese sonido se puede ir acallado, por continuar con esa rutina de ruido, desorientación y negación.
O ese sonido se puede escuchar y tomar consciencia de lo que esta sucediendo en la vida, en tu vida, estando tu ausente de ella.
He deliberado sobre esta idea, he llegado a la conclusión. Es algo tangible para mi vida, es algo visual para quienes me conocen.
He elegido ser fiel a mi mismo, honesto, congruente conmigo mismo. Elijo estar presente en mi vida.
Acepto que no soy convencional, convengamos que no todos lo somos; allí radica el cambio de todo. El salir de lo convencional para introducirse en lo personal, de uno mismo.
- Por fecha 19/05/2013 -
Matías Hugo Figliola
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