Me puse mi bóxer, luego mis medias y a continuación mi pantalón. Es que me gusta tener los pies calientes cuando entra el jean frío.
La remera fue acomodada en mi pecho y con un movimiento de mi mano tome al símbolo que cuelga de una soga y lo puse por sobre la remera.
Use mi peine favorito, ese que siempre esta y es fácil de usar. Utilice mi mano para domar, si es que el me lo permite, a mi pelo; y creo que llegamos a un mutuo acuerdo, el crece y yo lo dejo.
El acto mas social lo realice a continuación. Me afeité, quise de mi rasgos naturales de la raza, saque lo primitivo de mi aspecto primitivo.
Los dientes fueron bañados suavemente por mi cepillo y su pasta. Contentos de poder servir de espejo, o al menos de poder seguir estando para procesar la comida.
Ya estoy presentable, al menos casi. Falta un saco y unos mocasines. Para poder salir y poder mostrarme, poder irme vendiendo a cada paso que doy, con mis mocasines nuevos y limpios; y mi saco de un gris claro que se asemeja al color de los pingüinos bebes.
Ahora si, estoy listo, acomodo mis ropas. Acomodo mi cuerpo. Ultimo acto, agarro un sombrero que me representa y salgo a la calle.
Allí recuerdo que estaba dejándome algo, que es lo mas significativo y lo que me mantiene vivo. No era el corazón ni el oxígeno, ambos dos están en mi, uno danza en un tambor mientras el otro canta en una flauta sonoramente imperceptible.
Freno y regreso. Tomo de aquel lugar, del que esta cerca de mi cama ese objeto que me mantiene despierto días y noches; el cual lo utilizo y se permite utilizar para la comprensión de muchas cosas.
Ahora si, estoy listo. Listo para salir al día. Listo para seguir mi vida como soy yo.
Ya he tomado mi cerebro, y ahora veo que todo lo que me he puesto es solo un traje de payaso, para ir a interactuar con payasos y con señores de trajes.
La remera fue acomodada en mi pecho y con un movimiento de mi mano tome al símbolo que cuelga de una soga y lo puse por sobre la remera.
Use mi peine favorito, ese que siempre esta y es fácil de usar. Utilice mi mano para domar, si es que el me lo permite, a mi pelo; y creo que llegamos a un mutuo acuerdo, el crece y yo lo dejo.
El acto mas social lo realice a continuación. Me afeité, quise de mi rasgos naturales de la raza, saque lo primitivo de mi aspecto primitivo.
Los dientes fueron bañados suavemente por mi cepillo y su pasta. Contentos de poder servir de espejo, o al menos de poder seguir estando para procesar la comida.
Ya estoy presentable, al menos casi. Falta un saco y unos mocasines. Para poder salir y poder mostrarme, poder irme vendiendo a cada paso que doy, con mis mocasines nuevos y limpios; y mi saco de un gris claro que se asemeja al color de los pingüinos bebes.
Ahora si, estoy listo, acomodo mis ropas. Acomodo mi cuerpo. Ultimo acto, agarro un sombrero que me representa y salgo a la calle.
Allí recuerdo que estaba dejándome algo, que es lo mas significativo y lo que me mantiene vivo. No era el corazón ni el oxígeno, ambos dos están en mi, uno danza en un tambor mientras el otro canta en una flauta sonoramente imperceptible.
Freno y regreso. Tomo de aquel lugar, del que esta cerca de mi cama ese objeto que me mantiene despierto días y noches; el cual lo utilizo y se permite utilizar para la comprensión de muchas cosas.
Ahora si, estoy listo. Listo para salir al día. Listo para seguir mi vida como soy yo.
Ya he tomado mi cerebro, y ahora veo que todo lo que me he puesto es solo un traje de payaso, para ir a interactuar con payasos y con señores de trajes.
- Por fecha 06/07/2013 -
Matías Hugo Figliola
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