Miraba. Aquella era su postura tradicional. No porque era fisgón, ni porque era chusma, ni porque no le gustaba ayudar.
Tan solo miraba porque era sordo y mudo. No podía escuchar lo que se decía, no podía decir lo que sentía, igual siempre creyó que no lo escucharían con su voz y el ser mudo lo vivió como una ironía.
Observaba, prestaba suma atención. Estaba atento y sus ojos podían ver ínfimos movimientos. Había desarrollado aquella habilidad.
Observar, distinguir, ver el mínimo movimiento del dedo meñique. Poder ver una acción referente a lo que querían hacer.
Permanece aun en esa postura, en ese deseo y en ese observar.
Nosotros seguimos creyendo que escucha y que elije no hacer nada. Le seguimos hablando y persistimos en quedarnos quietos y pidiendo.
Aguardamos a que diga algo, y así continuamos aguardando. Hasta hemos llegado a creerle a algunas personas que han dicho que lo escucharon, por el simple hecho de creer que habla.
Pide y se te dará, no lo creo. Haz y se te dará, si lo creo.
Como se puede pretender que un sordo nos entienda cuando decimos lo que queremos, más haciendo para que comprenda que deseamos.
Así se encuentra Dios (o como desees llamarle, en relación a tu creencia. Digo Dios por la facilidad que este nombre tiene a la comprensión en cuanto a que me refiero).
Dios se encuentra atento, mirando, observado. Dios está atento al mínimo movimiento de tu mínimo menique.
Observa y esta dispuesto y disponible a asistir a tu hacer, que es la manifestación de tu deseo.
Haz y estará en el mismísimo hacer, haciendo y siendo el hacer.
Pide y estará en el mismísimo pedir, pidiendo con vos; moviendo los labios.
El cambio reside en el acto de hacer. El cambio existe y espera a que uno elijamos cambiar; por que conozco a muchas personas y no conozco a nadie que no desee evolucionar algo de si mismo, llevar a un nuevo plano alguna parte de su personalidad.
Y Dios esta observando, dispuesto y disponible.
¿Y tu, dispuesto y disponible?. ¿Hablar o hacer?
Tan solo miraba porque era sordo y mudo. No podía escuchar lo que se decía, no podía decir lo que sentía, igual siempre creyó que no lo escucharían con su voz y el ser mudo lo vivió como una ironía.
Observaba, prestaba suma atención. Estaba atento y sus ojos podían ver ínfimos movimientos. Había desarrollado aquella habilidad.
Observar, distinguir, ver el mínimo movimiento del dedo meñique. Poder ver una acción referente a lo que querían hacer.
Permanece aun en esa postura, en ese deseo y en ese observar.
Nosotros seguimos creyendo que escucha y que elije no hacer nada. Le seguimos hablando y persistimos en quedarnos quietos y pidiendo.
Aguardamos a que diga algo, y así continuamos aguardando. Hasta hemos llegado a creerle a algunas personas que han dicho que lo escucharon, por el simple hecho de creer que habla.
Pide y se te dará, no lo creo. Haz y se te dará, si lo creo.
Como se puede pretender que un sordo nos entienda cuando decimos lo que queremos, más haciendo para que comprenda que deseamos.
Así se encuentra Dios (o como desees llamarle, en relación a tu creencia. Digo Dios por la facilidad que este nombre tiene a la comprensión en cuanto a que me refiero).
Dios se encuentra atento, mirando, observado. Dios está atento al mínimo movimiento de tu mínimo menique.
Observa y esta dispuesto y disponible a asistir a tu hacer, que es la manifestación de tu deseo.
Haz y estará en el mismísimo hacer, haciendo y siendo el hacer.
Pide y estará en el mismísimo pedir, pidiendo con vos; moviendo los labios.
El cambio reside en el acto de hacer. El cambio existe y espera a que uno elijamos cambiar; por que conozco a muchas personas y no conozco a nadie que no desee evolucionar algo de si mismo, llevar a un nuevo plano alguna parte de su personalidad.
Y Dios esta observando, dispuesto y disponible.
¿Y tu, dispuesto y disponible?. ¿Hablar o hacer?
- Por fecha 18/06/2013 -
Matías Hugo Figliola
Comentarios