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Entre la idea y la realidad

Ordené todo. Preparé todo.
Dejé todo listo. La ropa que iba a usar, la toalla que iba a usar, el shampoo y el jabón que iba a usar. Las medias, la remera, el jean y las zapatillas que iba a usar.
Ya tenía todo listo para mañana; ahora si podía irme a dormir.

La noche paso entre sueños, sueños y algún que otro sueño que no recuerdo.

Al despertarme, me levante y me dispuse a hacer todo lo que había dejado ya planeado. Tome la toalla y la ropa y me fui al baño.
Allí abri el agua caliente y me dispuse a entrar, como siempre hago. Entro y a los pocos segundos el agua toma su temperatura, la cual es de mi goce, y allí comienzo el ritual de ducharme.
Pues hoy eso cambió, el agua no salio caliente, es más parecía enviada de la mismísima antártida. No salían cubos de hielo porque no eran físicamente posible pero el agua tenía esa temperatura.
El shock que esto me produjo, el sentir el hielo en mi cara, pecho, espalda y piernas hizo que pegue un salto hacia atrás; este movimiento reflejo que tuve hizo que perdiera la estabilidad y que me tuviera que agarrar de algo.
Pues de algo me agarre, solamente que de lo que me agarre no era tan estable como creía. La toalla y la ropa cayeron dentro de la bañera y yo quede sentado, medio desacomodado, viendo como la ropa y la toalla se estaban tomando la ducha que yo no me había tomado.

El enojo y la frustración ya se habían multiplicado por varios numeros. Mi ira estaba gritandome que así no era como yo había pensado y armado todo, que ahora debía de sacar eso mojado de allí, escurrirlo, colgarlo, ir a ver que ponerme e irme sin siquiera ducharme.

Allí, en ese momento de ira, furia, frustración, resignación, desgano y martirización tuve un momento de lucidez.
Por acto natural inhalé. Por acto natural pude sentir mi inhalación y pude apegarme a lo que ella hacía. Pude sentir como mi cuerpo se oxigenaba, como el aire me daba vida. Como ese instante que dura unos pequeñísimos segundo es el creador constante de vida.

Serené mi mente, serené mi ego. Serené al miedo, a la frustración, a la ira, al desgano, a la rutina, al control y me dispuse a sentir.
En ese momento todo cambió. Es decir, las cosas seguían siendo las mismas, la situación seguía siendo la misma, lo que cambió fue que yo me dispuse a vivir el momento desde el mismisimo momento.

La idea de las cosas que debían haber sido se serenaron, vieron que ya no podían desorientarme. Lo que había creado en idea pertenecía a ese mundo, y no a este. El mundo de las ideas no está en unión con el mundo de la realidad, a veces tienen contacto por medio de nosotros pero en si ellos nunca se tocan, no se conocen siquiera.

Las ideas se cayeron, como se cayo la ropa y la toalla. La ira, la resignación, la frustración y el martirisismo se congelaron, como yo me congelé al sentir aquella agua.
El presente es el único lugar real. Aquí suceden las cosas, aquí es donde existo. Aquí es donde me habito.

Habiendo escuchado estas palabras en mi corazón, me relajé. Al relajarme entendí lo que había hecho la noche anterior, que fue viajar al futuro y organizarlo -como si eso se pudiese hacer-; también comprendí que lo que hoy estaba sintiendo era cuestiones de mi mente y de mi ego y que estaba perdiendome de la vida, mientras corría con ego, mente y furia desvocadamente.

El presente es el que esta sucediendo. Este momento es el único habitable, los demás son ilusiones.
Este momento es el único existente. El presente es la eternidad, quien habita este momento habita la eternidad y el universo.

El presente es la naturaleza. El presente es lo natural.
El presente es el único momento, lugar, tiempo y espacio en el que existimos.

- Por fecha 17/10/2013 - 

Matías Hugo Figliola

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