Solto la soga que lo tenía atado a ese muelle. Solto la soga no porque estuviese cansado de tenerla, ni porque sus manos le dolieran. Solto la soga porque aquel puerto no era el suyo. Solto la soga para navegar.
El destino no lo había decidido pero le latía, en su interior, el deseo de viajar.
No había arrepentimiento ni por haberse quedado en tal puerto, ni por haberse ido de tal lugar. No habia arrepentimiento de haber soltado la soga ni de haberla retenido tanto tiempo entre sus manos.
Ahora sus manos estaban libres para mover los remos, para experienciar algo nuevo en su vida. Ahora sus manos no retenian, sino sostenian los dos remos que estaban en su bote.
El esfuerzo era notable, es que se había acostumbrado a tener y no a empujar; y como todo musculo, solo hay que entrenarse. Solo hay que ponerse al corriente de lo que uno esta viviendo.
Nadie le pudo decir nada.
En el puerto que dejo, quedaron las personas que amaba, no las que se alejaba escanado.En el mar, se cruzaba con gente que estaba viajando, que estaba haciendo eso de navegar su experiencia.
Solo él se permitía decirse algo y solo él se refutaba a si mismo.
El ciclo del dudar le daba la posibilidad de que todo estuviese equivocado, y de que todo estuviese acertado.
Su miedo era quien le daba una pauta en su hacer. Y por ello, lo había hecho sentar a su derecha, para poder escuchar bien de cerca lo que decia, tanto en voz alta como en murmullos.
Su mejor consejero, su peor enemigo.
Pasó por un puerto y este le llamo la atención. No era extravagante ni por demas sorprendente. No brillaba ni prometia nada. No tenía carteles de bienvenida ni ofrecimientos de ningun estilo.
Era tan solo otro muelle, con barcos y con una ciudad en su cercanía. Era idéntico al otro, al menos en apariencia.
Casi sigue de largo, por ver que aquello no era lo que quería. Tuvo su momento de buen Rey, quien reina en su reinado, y escucho a su consejero.
Este le dijo que debía irse, que frenar allí era solo una pérdida de tiempo; que detener su andar en ese puerto era como estar en el nuevo puerto. Esto gritaba en miedo.
Pero un buen Rey sabe cuanto tiempo escuchar y como escuchar. Le dio tiempo al miedo y luego de haber gritado lo dicho paso a susurrar algo.
Y lo que susurro fue:
"Puede ser interesante probar este puerto, puede que aqui encuentres experiencias nuevas. No te ates a la soga, ni la retengas. Permitete vivir lo que alli hay para ti."
Y aun más bajo dijo:
"Espero nunca te des cuenta pero de eso se trata la vida"
- Por fecha 20/01/2013 -
Matías Hugo Figliola
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