Hace muchos años ya, en una plaza que poco tenía de plaza y mucho de baldío había un circo. En verdad no era un circo, eran unos pocos payasos haciendo sus malabares, sus juegos y diciendo y haciendo reír a la gente a cada hacer.
Para los niños, y niñas, tenían globos, con los cuales hacían figuras. Para los más grandecitos, y grandecitas, ya habían juegos de malabares; tirando pelotas de aquí para allá. Revoleando objetos y hasta revoleaban cosas imaginarias, como parte de sus bromas y juegos.
Para los adolescentes estaban juegos de cartas, monociclos, actos de fuego y también bromas sencillas.
Para los grandes lo que había era relajación; era el momento en que ellos se desligaban de la acción de estar atentos y entreteniendo, de estar preocupados cuidando a sus hijos y poder disfrutar de esos juegos que tanto había gozado en las etapas de su vida.
El show duro como siempre duraba, unas cuatro horas y media, y a todos le parecía poco. Todos se quejaban a su modo, haciendo quejidos, poniendo caras, mostrando lagrimas, abucheando como desmereciendo que hayan dado un show tan corto, aun sabiendo que no era así, y de otras formas más también.
Al terminar, luego de unos veinte minutos más de diversión para la gente y también para ellos mismos se dispusieron a pasar la gorra, a pedir una contribución de la gente que estuvo en el show que duro casi cinco horas.
Antes de comenzar a pedir el regalo de la gente, el premio por haberlos entretenidos, los payasos se juntaron y entre todos comentaron algo muy corto.
Lo que dijeron fueron palabras como estas:
"Nosotros somos unos payasos. Nosotros los entretenemos. Nosotros nos entretenemos viendo las sonrisas de los niños, las sorpresas de los pequeñitos, y pequeñitas y también gozamos de ver la cara de los grandes, al ver como estas van transformándose en sonrisas joviales y asombros genuinos.
Nosotros no somos siempre así, no estamos siempre así. Este es nuestro trabajo. Es como su trabajo y su vida cotidiana.
Ustedes en su trabajo se esfuerzan y ponen empeño para que salga bien. Si este trabajo los hace feliz, entonces se esforzaran más y pondrán más empeño.
Aquí sucede lo mismo, esta es nuestra vocación ya que mundo y la gente necesita risas, alegría y diversión sin ser controlada.
Al quitarnos los maquillajes nosotros tenemos nuestras familias, nuestras penas, nuestros pesares y nuestras obligaciones. Lamentablemente no estamos exentos de esto.
Es por ello que hoy, antes de pedir su contribución, de pedirles su cariño y su aporte para nuestro vivir; es decir pedirles el sueldo que ustedes crean que merecemos, deseo dejarles una pequeña semillita para que puedan valorar mejor a un payaso, y sus actos de malabares, bromas y juegos.
Un payaso es una persona que elije pintarse para entretener; pero el payaso tiene tantos problemas como los suyos. Por un tiempo nosotros nos pintamos y tapamos, desplazamos, esos problemas.
Por un rato nos hacemos inmunes a nuestras diarias dolencias, físicas y emocionales, y por un rato nos hacemos invencibles, nos hacemos creadores de risas, amor y jovialidad.
Por un rato elegimos multiplicar el amor que sentimos, aun a pesar del dolor que sentimos.
Hagan de payasos por un rato de sus vidas, diviértanse, diviertan a su mujer y sus hijos; y nosotros seremos los desempleados más felices del mundo.
No habrá mayor gratificación que ver a un mundo con millones de payasos, conteniéndose, divirtiéndose y entreteniéndose entre si.
Tan solo un poco de maquillaje, que puede ser imaginario, y una sonrisa real de oreja a oreja."
Dicho esto los payasos fueron pasando y no pidiendo dinero sino entregando caramelos a los niños, y también adultos.
Mi abuelo me contó esta historia hace ya tanto tiempo y hoy la quería contar con ustedes. Y ahora entiendo porque mi abuelo se vestía de payaso todas las semanas.
Y ahora entiendo porque me sale de adentro esta vocación de entretener, divertir, hacer reír y contener a la gente.
Hoy me concibo un payaso, con mi maquillaje invisible y mi sonrisa de oreja a oreja. Dando nuevos estilos de malabares a la gente, haciendo nuevos trucos y con nuevos colores y globos.
Y la historia se repetirá, ya que los payasos existen dentro nuestro, mio y tuyo también.
Para los niños, y niñas, tenían globos, con los cuales hacían figuras. Para los más grandecitos, y grandecitas, ya habían juegos de malabares; tirando pelotas de aquí para allá. Revoleando objetos y hasta revoleaban cosas imaginarias, como parte de sus bromas y juegos.
Para los adolescentes estaban juegos de cartas, monociclos, actos de fuego y también bromas sencillas.
Para los grandes lo que había era relajación; era el momento en que ellos se desligaban de la acción de estar atentos y entreteniendo, de estar preocupados cuidando a sus hijos y poder disfrutar de esos juegos que tanto había gozado en las etapas de su vida.
El show duro como siempre duraba, unas cuatro horas y media, y a todos le parecía poco. Todos se quejaban a su modo, haciendo quejidos, poniendo caras, mostrando lagrimas, abucheando como desmereciendo que hayan dado un show tan corto, aun sabiendo que no era así, y de otras formas más también.
Al terminar, luego de unos veinte minutos más de diversión para la gente y también para ellos mismos se dispusieron a pasar la gorra, a pedir una contribución de la gente que estuvo en el show que duro casi cinco horas.
Antes de comenzar a pedir el regalo de la gente, el premio por haberlos entretenidos, los payasos se juntaron y entre todos comentaron algo muy corto.
Lo que dijeron fueron palabras como estas:
"Nosotros somos unos payasos. Nosotros los entretenemos. Nosotros nos entretenemos viendo las sonrisas de los niños, las sorpresas de los pequeñitos, y pequeñitas y también gozamos de ver la cara de los grandes, al ver como estas van transformándose en sonrisas joviales y asombros genuinos.
Nosotros no somos siempre así, no estamos siempre así. Este es nuestro trabajo. Es como su trabajo y su vida cotidiana.
Ustedes en su trabajo se esfuerzan y ponen empeño para que salga bien. Si este trabajo los hace feliz, entonces se esforzaran más y pondrán más empeño.
Aquí sucede lo mismo, esta es nuestra vocación ya que mundo y la gente necesita risas, alegría y diversión sin ser controlada.
Al quitarnos los maquillajes nosotros tenemos nuestras familias, nuestras penas, nuestros pesares y nuestras obligaciones. Lamentablemente no estamos exentos de esto.
Es por ello que hoy, antes de pedir su contribución, de pedirles su cariño y su aporte para nuestro vivir; es decir pedirles el sueldo que ustedes crean que merecemos, deseo dejarles una pequeña semillita para que puedan valorar mejor a un payaso, y sus actos de malabares, bromas y juegos.
Un payaso es una persona que elije pintarse para entretener; pero el payaso tiene tantos problemas como los suyos. Por un tiempo nosotros nos pintamos y tapamos, desplazamos, esos problemas.
Por un rato nos hacemos inmunes a nuestras diarias dolencias, físicas y emocionales, y por un rato nos hacemos invencibles, nos hacemos creadores de risas, amor y jovialidad.
Por un rato elegimos multiplicar el amor que sentimos, aun a pesar del dolor que sentimos.
Hagan de payasos por un rato de sus vidas, diviértanse, diviertan a su mujer y sus hijos; y nosotros seremos los desempleados más felices del mundo.
No habrá mayor gratificación que ver a un mundo con millones de payasos, conteniéndose, divirtiéndose y entreteniéndose entre si.
Tan solo un poco de maquillaje, que puede ser imaginario, y una sonrisa real de oreja a oreja."
Dicho esto los payasos fueron pasando y no pidiendo dinero sino entregando caramelos a los niños, y también adultos.
Mi abuelo me contó esta historia hace ya tanto tiempo y hoy la quería contar con ustedes. Y ahora entiendo porque mi abuelo se vestía de payaso todas las semanas.
Y ahora entiendo porque me sale de adentro esta vocación de entretener, divertir, hacer reír y contener a la gente.
Hoy me concibo un payaso, con mi maquillaje invisible y mi sonrisa de oreja a oreja. Dando nuevos estilos de malabares a la gente, haciendo nuevos trucos y con nuevos colores y globos.
Y la historia se repetirá, ya que los payasos existen dentro nuestro, mio y tuyo también.
- Por fecha 05/01/2014 -
Matías Hugo Figliola
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