Contaban cuentos de constelaciones. Soñaban sueños de soñadores. Respiraban respiros de respiradores.
Existían, vivían y tenían lo que el afuera les daba; lo que el afuera les alcanzaba para su sobrevivencia.
Cuentos que no eran sus propios cuentos, su propia historia; que no eran sus propias vidas.
Sueños que no eran sus propios sueños, su propia imaginación; que no eran sus propias aspiraciones.
Respiraciones que no eran sus propias respiraciones, su propia inhalación de oxígeno y vida; que no eran sus propias llamas creadoras.
Y así se extinguió aquella raza. Así fue como pereció en aquel letargo existencial. Pasó a ser conocida como una raza con infinitas posibilidades pero que no supieron verlas, no supieron aprovecharlas, no supieron arriesgarse.
Fueron una raza con posibilidades incalculables y tan solo decidieron continuar las elecciones, y no posibilidades, de alguien que ya había decidido.
Esta raza fue encontrada momificada en su hacer, aun viva aunque inexistente de vida. Esta raza fue vista en un planeta muy lejano de aquí y la gente que ha vuelto de allí ha sido examinada profundamente para confirmar que no habían adquirido el mal, el virus, que aquella raza tenía.
Aquella raza de aquel planeta y ahora habrá que decidir que hacer con aquellos seres inteligentes que eligieron la ignorancia y el propio canibalismo.
Aquí, en unos días nos juntaremos a debatir entre los sabios de este planeta que es lo que haremos con la raza que hemos encontrado en aquel planeta llamado "Tierra"
- Por fecha 21/01/2014 -
Matías Hugo Figliola
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