Su cuerpo repleto de agua no pudo contenerla más dentro de él. Llevaba muchos litros acumulados y las barreras de contención no pudieron contener más; su cuerpo fue más fuerte que su orgullo y que su psiquis.
La naturaleza volvió a demostrar que ella rige todo, y que a ella nada se le escapa.
El agua comenzó a salir. Primero los ojos se humedecieron y desde ese punto, las lágrimas descendieron por sus mejillas, desde sus lagrimales hasta su pera.
No podía detenerlo, ya no podía detener aquel evento que estuvo siendo retenido por tanto tiempo. Ahora era momento de llorar y las lágrimas se agolpaban, y el sonido gutural las acompañaba.
De a una las lágrimas se iban ubicando detrás de su predecesora. De a una las penas, dolores, perdidas y silencios se fueron posicionando, esperando su turno de ser liberadas, atrás de su predecesor. Y tenía varios litros, varios millones de lágrimas; y tenía varios silencios, millones de emociones agolpadas.
Y siguió llorando sin tener el poder de frenarlo; es que cuando se desata un acto de tal fuerza natural, no es posible controlarlo; cuando la naturaleza se desata el ser humano concibe su real tamaño.
Sus lágrimas continuaron; sus penas, dolores, silencios, tristezas y perdidas en cada una de las gotas que brotaban de sus ojos.
Y siguió llorando hasta que su rosto se vio desfigurado, no solo por las expresiones que en el se creaban, porque estas eran las represiones que había hecho de cada momento doloroso y traumático en su vida. Sino que su rostro perdió todo rasgo; su rostro fue lavado por las lágrimas.
Dejo de ser alguien que lloraba y paso a ser el llanto de todo lo que había dentro de aquella persona. Y el llanto tomo su verdadero valor y tamaño; y la persona paso a ser alguien sin importancia.
Y así se como pude sanar mi llanto, dejando de ser yo quien lloro mis lagrimas; sino ser mis lágrimas, expresándose libremente -por fin-, que lloraban por una cara, por un cuerpo sin nombre, sin rostro.
La naturaleza volvió a demostrar que ella rige todo, y que a ella nada se le escapa.
El agua comenzó a salir. Primero los ojos se humedecieron y desde ese punto, las lágrimas descendieron por sus mejillas, desde sus lagrimales hasta su pera.
No podía detenerlo, ya no podía detener aquel evento que estuvo siendo retenido por tanto tiempo. Ahora era momento de llorar y las lágrimas se agolpaban, y el sonido gutural las acompañaba.
De a una las lágrimas se iban ubicando detrás de su predecesora. De a una las penas, dolores, perdidas y silencios se fueron posicionando, esperando su turno de ser liberadas, atrás de su predecesor. Y tenía varios litros, varios millones de lágrimas; y tenía varios silencios, millones de emociones agolpadas.
Y siguió llorando sin tener el poder de frenarlo; es que cuando se desata un acto de tal fuerza natural, no es posible controlarlo; cuando la naturaleza se desata el ser humano concibe su real tamaño.
Sus lágrimas continuaron; sus penas, dolores, silencios, tristezas y perdidas en cada una de las gotas que brotaban de sus ojos.
Y siguió llorando hasta que su rosto se vio desfigurado, no solo por las expresiones que en el se creaban, porque estas eran las represiones que había hecho de cada momento doloroso y traumático en su vida. Sino que su rostro perdió todo rasgo; su rostro fue lavado por las lágrimas.
Dejo de ser alguien que lloraba y paso a ser el llanto de todo lo que había dentro de aquella persona. Y el llanto tomo su verdadero valor y tamaño; y la persona paso a ser alguien sin importancia.
Y así se como pude sanar mi llanto, dejando de ser yo quien lloro mis lagrimas; sino ser mis lágrimas, expresándose libremente -por fin-, que lloraban por una cara, por un cuerpo sin nombre, sin rostro.
- Por fecha 19/01/2014 -
Matías Hugo Figliola
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