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Esta historia y lo que en ella pasó

cada noche le contaban una historia diferente. Cada noche el narrador era alguien diverso al del día anterior. Su papa, su mama, su abuelo o abuela y su hermano mayor o su hermana mayor; también sus tíos estaban en aquella lista.
Escuchaba todas las noches asombrada de lo las historias que le contaban; de las imágenes que se le creaban en sus retinas, impulsadas desde la imaginación
Historias de doncellas rescatadas por príncipes valientes, en castillos rodeados de lava; con dragones gigantes, feroces y maliciosos. Historias de princesas traicionadas y envenenadas y salvadas por el amor, o beso, de un príncipe.
Historias sino de animales que se perdía y luego se re encontraban con la madre, o no.
Historias de monstruos terribles que terminaban siendo buenos y dulces.
Historias mínimas de animales diferentes, en donde se podía saber que hizo en aquel día cada animal.
Historias de piratas, de rufianes, de mascotas y dueños y hasta historias mundos de fantasías, alegrías y diversión.
Ella recreaba en su mente todos, y cada uno, de los cuentos dentro de su mente; ella se creaba un mundo dentro de su cabeza y era una de las cosas mas lindas que le pasaba en el día.
Ella creió y las cosas cambiaron. Días tras días, años tras años fueron sucediéndonse. Ella cambio y las cosas cambiaron nuevamente. Todo iba sucediendo como de costumbre hasta que una noche sin saber que hacer decidió revisar un mueble en donde tenia cosas, de las cuales ya ni se acordaba que tenia.
Al revisar el tercer estante, de abajo hacia arriba, encontró libros que le parecían conocidos pero que ya no los recordaba con certeza, era mas una creencia de que los conocía.
Se sentó allí, en la escalera recorría decenas de veces en el día y se puso a leer lo que tenía en sus manos. Aquel libro le resultaba conocido y a cada palabra le resultaba aún más conocido. De a poco se le vino una imagen en su cabeza, y a aquella imagen si la recordó y por ello es que detuvo su lectura.
Se levantó y terminó de subir sus escaleras. al terminar doblo hacia su derecha en el pasillo que estaba delante suyo. Llegó hasta la puerta y entró sin pedir permiso ni golpear. Ya dentro tomó una silla y la ubicó en el lugar correcto, luego ella se sentó y se puso cómoda; tuvo que estirarse un poco y prender una luz, la cual era tenue y perfecta para esta ocasión.
"¿Que es eso?" pregunta y ella mira y, con una suave y dulce sonrisa, le contesta que era una historia muy interesante y que quería compartirla.
Un movimiento efusivo de la cabeza diciendo que si fue una respuesta muy positiva. Los ojos se abrieron de par en par y se dispuso atenta a escuchar lo que tenía para leerle.

Comenzó el cuento y el silencio reinaba en aquel cuarto; hasta las moscas, si es que habían, estaban escuchando la historia. El viento había hecho silencio para poder escuchar a través del vidrio.
Leyó letra por letra, palabra por palabra, oración por oración, pagina por página. Leyó el libro, el cuento, por completo y luego levanto su mirada y dijo "¿Te gusto?"
Y desde el espejo ella misma, o la niña que llevaba dentro la miro con sus ojos llenos de lágrimas y a pesar de ello con una mirada amorosa y le contesto con aquella voz que ya no escuchaba hace tantísimo tiempo "me encantó"

Ella rompió en llanto y se quedo con su niña y ella; las dos juntas. Recordando los bellos momentos y dándose cuenta que en algún momento la olvido, la dejo en algún lugar, y decreto que desde aquel día iba a seguir en contacto con ella.
Por ello, todas las noches antes de irse a dormir llega hasta aquel lugar determinado de la escalera, aquel lugar que paso cientos o miles de veces sin mirarlo, ni siquiera tenerlo presente como parte de la casa. Allí tomaba un libro y se disponía a ir a aquel cuarto, doblando hacia la derecha en el pasillo que le hacia elegir entre izquierda o derecha; aquella decisión que la hacia ya encontrarse con la niña que la esperaba para leer el cuento. Todas las noches el mismo ritual amoroso.
De a poco la niña fue estando más momentos de su vida; de a poco su vida fue cambiando. Y tras los cambios, nuevos cambios acontecieron. Pasaron años de cambios, y todo había cambiado y aun permanecía en cambio y así iba a seguir por siempre.
Ahora ella no leía el cuento solo, estaba la niña. Estaba ella y su nieta sentada en su regazo. Nieta que escuchaba con la misma adoración que había escuchado su hija, que fue con la misma adoración que ella misma había escuchado aquellas historias, tantísimas veces que las escucho.

- Por fecha 07/03/2014 - 


Matías Hugo Figliola

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