Raspan en mi las palabras que no han salido. Palabras que han sido tragadas forzadamente.
Raspa en mi el silencio que me he impuesto por no ofender al otro; por no aprender a comunicarme honestamente.
Raspan las lágrimas que por mis mejillas caen; estas lagrimas que llevan poco de agua y mucho de silencio, dolor y otro tanto de palabras nunca dichas.
Raspa mi propia mano contra mi propia cara, cuando intenta acariciarme. Porque he hecho mi mano una mano ajena, una mano sin sensibilidad; pensando que de esta forma me protegía.
Raspa todo lo que me he hecho en mi mismo para callarme, cuidarme, controlarme. Raspa todo lo que he asimilado como correcto de un afuera, que es incorrecto.
Hoy me raspa mi cuerpo. Raspa contra las personas desconocidas, las conocidas, las cercanas, las que amo y hasta raspa contra mi mismo.
Hoy me siento inseparable al dolor y se que mi vida no debe ser así.
Hoy elijo dejar esta coraza y este silencio. Hoy elijo quitarme estos guantes y esta postura de insensible.
Hoy elijo decir las cosas con amor, pero decirlas todas. Hoy elijo ser yo y que los demás me conozcan realmente por quien soy.
Raspa lo que es incomodo, lo que no es natural. Raspa en mi lo que no me pertenece como ser humano que soy.
Hoy me quito estas trabas, condicionamientos y bloqueos. Hoy me quito parte del miedo, que de a poco será todo, y me vinculo con la realidad.
Me hago más daño yo protegiéndome que abriéndome, y vinculándome, a las experiencias y personas.
Locura es pensarnos seguros dentro de una cárcel; y hemos llegado a tal extremo que pensamos hemos hecho de nuestro cuerpo nuestra cárcel.
Raspa en mi el silencio que me he impuesto por no ofender al otro; por no aprender a comunicarme honestamente.
Raspan las lágrimas que por mis mejillas caen; estas lagrimas que llevan poco de agua y mucho de silencio, dolor y otro tanto de palabras nunca dichas.
Raspa mi propia mano contra mi propia cara, cuando intenta acariciarme. Porque he hecho mi mano una mano ajena, una mano sin sensibilidad; pensando que de esta forma me protegía.
Raspa todo lo que me he hecho en mi mismo para callarme, cuidarme, controlarme. Raspa todo lo que he asimilado como correcto de un afuera, que es incorrecto.
Hoy me raspa mi cuerpo. Raspa contra las personas desconocidas, las conocidas, las cercanas, las que amo y hasta raspa contra mi mismo.
Hoy me siento inseparable al dolor y se que mi vida no debe ser así.
Hoy elijo dejar esta coraza y este silencio. Hoy elijo quitarme estos guantes y esta postura de insensible.
Hoy elijo decir las cosas con amor, pero decirlas todas. Hoy elijo ser yo y que los demás me conozcan realmente por quien soy.
Raspa lo que es incomodo, lo que no es natural. Raspa en mi lo que no me pertenece como ser humano que soy.
Hoy me quito estas trabas, condicionamientos y bloqueos. Hoy me quito parte del miedo, que de a poco será todo, y me vinculo con la realidad.
Me hago más daño yo protegiéndome que abriéndome, y vinculándome, a las experiencias y personas.
Locura es pensarnos seguros dentro de una cárcel; y hemos llegado a tal extremo que pensamos hemos hecho de nuestro cuerpo nuestra cárcel.
- Por fecha 15/03/2014 -
Matías Hugo Figliola
Comentarios