Nubes grises, viento frio. Hojas cayendo y frío promiscuo.
Opaco día, sin sol, con agua cayendo y mojando de cabeza a pies y de pies a cabeza, a cada charlo que pisamos.
Sonidos apagados, movimientos escasos. Autos y motos; taxis por doquier. Bocinas y guiños. Todos avanzando hacia su destino, queriendo mantenerse secos.
Paraguas protectores, agresivos ante los demás ya que sus dueños no prestan atención ante sus puntas y la cara ajena.
Por allí se puede ver a alguien que camina sin paraguas, tan solo con una campera que algo detiene la lluvia. Su cara mirando hacia arriba, sabiendo que el agua le lava la cara; la cara que estaba sucia de tanto pensar cosas vacías y ruidos externos e internos.
Allí esta este hombre caminando con soltura y a su derredor todo parece cambiar. Los arboles toman color, las baldosas danzan a sus pies y, si es que salta agua, el se ríe aceptando la situación.
Para él los guiños son fiestas de colores, las bocinas tan solo pájaros artificiales. Autos, autos y motos; tan solo son posibilidades para jugar y gozar.
Su cara esta pintada con una sonrisa. Sus ojos brillan porque para él, el sol esta dentro suyo y alumbran hacia donde mira.
Para él el sol salió. Para él este día es una bella experiencia, es un suave despertar de que la diversidad es lo más bello en este mundo.
Las nubes grises pintan nuevos colores y permiten crear colores propios. Las hojas danzan para él y el danza con ellas.
El día feo, el día desagradable y molesto. Es de esos días desagradables y odiosos... Y por allí se puede ver a este hombre. Para él todo es diverso, para el este día es la mejor forma de encontrar en el el amor, la luz, el color, el goce, la diversión, la libertad, la paz y la armonía con el todo.
Para él este día es real, es único y es posible gozarlo.
- Por fecha 21/03/214 -
Matías Hugo Figliola
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