Se acerca un desconocido, pasos lentos y tranquilo. No me parece peligroso y por ello dejo que se acerque, sin reaccionar de ninguna forma. Asumo que esta caminando por aquí y se dirige para algún lugar y en ello no hay nada de malo.
Esta cerca y me parece familiar algo de él, aunque sigue siendo un desconocido en su modo de andar y su apariencia física. Me mira y me encuentra mirándolo; nuestras miradas se cruzan y luego cada uno mira para otro horizonte, como escapando de la conexión.
A dos pasos míos serena su andar y se detiene. Me mira y yo lo esquivo. No corro, tan solo me quedo quieto como pretendiendo que no está allí.
Comienza a hablarme, a contarme cosas de su vida; a narrarme experiencias de vida que tuvo y las elecciones que tomó y del porque las tomó. Me cuenta como vive ahora, que se encuentra paseando por aquí ya que sabía que me iba a encontrar; y esto si me asusta, aunque permanezco estático.
Algo en mi me dice que corra, pero algo más fuerte en mi me confirma que estoy en el lugar y en el momento correcto; y es por ello que me quedo donde estoy, aunque siga intranquilo.
Sin detener su hablar me comenta que es grato poder encontrarme, que hace tiempo viene pasando por aquí y esperándome y que yo no estaba. "Siempre supe que ibas a venir, es inevitable a tu condición" me dijo al momento que la cara me resulto familiar. Su mueca me resulto familiar, más que su cara. Su expresión tenía algo que no conocía en nadie más, era la expresión que le conozco a una persona solamente.
Él pudo ver mi sorpresa y con una risa me lo festejo; mientras yo lo miraba incrédulo se acerco a mi y yo lo esperaba. No existía más miedo en mi, ya sabía quien era y me sentía en plena confianza con esta persona.
Pude recordar lo que no recordaba, y eran los recuerdos de este hombre; de su pasado que aun no era mi pasado. Su mano se acerco y rozó mi mejilla y allí mi lágrima fue a su encuentro. Entre dos Actos, aparentemente, separados entre si se concibió un acto único, unificador, de las partes.
Ya no me encontraba yo allí, ya no se encontraba este desconocido tampoco. Ya no estaba su mano en mi mejilla. Ya no estaba en aquella calle.
Estaba mirando un espejo, con mi mano en mi mejilla; con mi lagrima en mi pómulo. Estaba viendo a aquel desconocido, frente a frente; es que ya sabía quien era aquel desconocido.
Hice una mueca de placer y en ella encontré la firma que me representa y que me vincula con quien yo soy, en cualquier espacio-tiempo. Allí estaba yo y el desconocido. Allí estaba consciente de la experiencia que me había pasado.
Parado frente a un espejo, respirando lentamente. Una lágrima y una mano fucionandose en un acto único amoroso.
Hoy me encontré a mi mismo, esperándome a despertar de este sueño que es mi vida, para andar despierto en ella y poder ser quien realmente soy
Esta cerca y me parece familiar algo de él, aunque sigue siendo un desconocido en su modo de andar y su apariencia física. Me mira y me encuentra mirándolo; nuestras miradas se cruzan y luego cada uno mira para otro horizonte, como escapando de la conexión.
A dos pasos míos serena su andar y se detiene. Me mira y yo lo esquivo. No corro, tan solo me quedo quieto como pretendiendo que no está allí.
Comienza a hablarme, a contarme cosas de su vida; a narrarme experiencias de vida que tuvo y las elecciones que tomó y del porque las tomó. Me cuenta como vive ahora, que se encuentra paseando por aquí ya que sabía que me iba a encontrar; y esto si me asusta, aunque permanezco estático.
Algo en mi me dice que corra, pero algo más fuerte en mi me confirma que estoy en el lugar y en el momento correcto; y es por ello que me quedo donde estoy, aunque siga intranquilo.
Sin detener su hablar me comenta que es grato poder encontrarme, que hace tiempo viene pasando por aquí y esperándome y que yo no estaba. "Siempre supe que ibas a venir, es inevitable a tu condición" me dijo al momento que la cara me resulto familiar. Su mueca me resulto familiar, más que su cara. Su expresión tenía algo que no conocía en nadie más, era la expresión que le conozco a una persona solamente.
Él pudo ver mi sorpresa y con una risa me lo festejo; mientras yo lo miraba incrédulo se acerco a mi y yo lo esperaba. No existía más miedo en mi, ya sabía quien era y me sentía en plena confianza con esta persona.
Pude recordar lo que no recordaba, y eran los recuerdos de este hombre; de su pasado que aun no era mi pasado. Su mano se acerco y rozó mi mejilla y allí mi lágrima fue a su encuentro. Entre dos Actos, aparentemente, separados entre si se concibió un acto único, unificador, de las partes.
Ya no me encontraba yo allí, ya no se encontraba este desconocido tampoco. Ya no estaba su mano en mi mejilla. Ya no estaba en aquella calle.
Estaba mirando un espejo, con mi mano en mi mejilla; con mi lagrima en mi pómulo. Estaba viendo a aquel desconocido, frente a frente; es que ya sabía quien era aquel desconocido.
Hice una mueca de placer y en ella encontré la firma que me representa y que me vincula con quien yo soy, en cualquier espacio-tiempo. Allí estaba yo y el desconocido. Allí estaba consciente de la experiencia que me había pasado.
Parado frente a un espejo, respirando lentamente. Una lágrima y una mano fucionandose en un acto único amoroso.
Hoy me encontré a mi mismo, esperándome a despertar de este sueño que es mi vida, para andar despierto en ella y poder ser quien realmente soy
- Por fecha 12/04/2014 -
Matías Hugo Figliola
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