Sus frágiles manos tomaron aquel frágil pañuelo. Lo agitaron frágilmente en aquella tarde-noche que se iba consumiendo a si misma.
Su frágil adiós era inversamente proporcional al valor de aquel sentimiento; al valor del amor.
Mientras el pañuelo se tambalea frágil en el aire, frágil caen sus pequeñas y escasas lágrimas por su frágil cara. Despidiéndose de aquel que parte, sintiendo el dolor de quien se queda.
Parada en aquel muelle, ella sola. Despidiendo a aquella persona, ella sola.
Ondeando sin energía aquel pañuelo, ella sola. Llorando la partida, ella sola. Llorando una partida aunque es ella quien parte.
Ella nunca lo supo porque para ella era al revés. Ella veía partir al barco hacia el ocaso y en verdad era ella partiendo en su muelle, hacia el alba.
Y ella lo pudo ver esto casi al final de este truco que nos juega la mente; y frágil fue su soltar del pañuelo para limpiar sus frágiles lagrimas de su frágil cara.
Y en donde, en ella, había frágil dolor, frágil pena y frágil aceptación surgió una poderosa convicción de que el viaje recién esta comenzando.
Broto en sus ojos aquel fuego que tan solo se ve cuando uno ya esta ciego de mirar escusas y miedos. Y su fragilidad fue consumida por el fuego del amor, y amorosamente se recompuso y lo frágil tan solo fue un recuerdo, una experiencia.
Y allí ella comprendió que la fragilidad solo esta para desorientarnos. Habitando el amor todo es infinito, como ella que se desplaza suavemente sobre su muelle hacia aquella bocanada de fuego, sobre aquel alba de un nuevo día.
Y su pañuelo yace en el piso, y su pie pisa aquel pañuelo demostrándole que la fragilidad no están en las cosas sin en como sentimos las cosas dentro nuestro.
Su frágil adiós era inversamente proporcional al valor de aquel sentimiento; al valor del amor.
Mientras el pañuelo se tambalea frágil en el aire, frágil caen sus pequeñas y escasas lágrimas por su frágil cara. Despidiéndose de aquel que parte, sintiendo el dolor de quien se queda.
Parada en aquel muelle, ella sola. Despidiendo a aquella persona, ella sola.
Ondeando sin energía aquel pañuelo, ella sola. Llorando la partida, ella sola. Llorando una partida aunque es ella quien parte.
Ella nunca lo supo porque para ella era al revés. Ella veía partir al barco hacia el ocaso y en verdad era ella partiendo en su muelle, hacia el alba.
Y ella lo pudo ver esto casi al final de este truco que nos juega la mente; y frágil fue su soltar del pañuelo para limpiar sus frágiles lagrimas de su frágil cara.
Y en donde, en ella, había frágil dolor, frágil pena y frágil aceptación surgió una poderosa convicción de que el viaje recién esta comenzando.
Broto en sus ojos aquel fuego que tan solo se ve cuando uno ya esta ciego de mirar escusas y miedos. Y su fragilidad fue consumida por el fuego del amor, y amorosamente se recompuso y lo frágil tan solo fue un recuerdo, una experiencia.
Y allí ella comprendió que la fragilidad solo esta para desorientarnos. Habitando el amor todo es infinito, como ella que se desplaza suavemente sobre su muelle hacia aquella bocanada de fuego, sobre aquel alba de un nuevo día.
Y su pañuelo yace en el piso, y su pie pisa aquel pañuelo demostrándole que la fragilidad no están en las cosas sin en como sentimos las cosas dentro nuestro.
- Por fecha 12/05/2014 -
Matías Hugo Figliola
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