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Ante el avance del agua

He sentido el agua tapar mis pies; he sentido como ha seguido subiendo y pasado sin detenerse por mis pantorrillas.
He sentido el agua llegar a mis rodillas, y seguir a ritmo lento pero seguir.
He sentido al agua pasar mis muslos y llegar a mi pelvis. Siento como mitad de mi cuerpo esta bajo el agua y la otra mitad fuera de ella, en el aire.

Aquí siento mis movimientos más lentos. Mi andar es más difícil y la temperatura empieza a variar dentro mio.

El pensamiento sigue estando focalizado en mi andar y en mi hacer; aunque una parte presta atención a aquel líquido que va condicionando mi hacer. Ya mi pensar no esta libre en si mismo.
Mis ideas empiezan a estar tóxicas de preocupaciones de un suceso externo a mí.

He sentido como el agua continuaba su subir, dejando la pelvis por inundada y continuando lentamente, y sin pausa alguna, su ascensión por mi cuerpo.
Siento el agua fría en mi ombligo, en cada una de mis costillas; siento el agua subiendo y llegando a mi pectoral. El frío repercute en mis pulmones y debo inhalar intensamente para poder nivelar este cambio climático.

El afuera esta modificando al adentro. Mi cerebro ya se encuentra más propenso a pensar en el agua que en como continuar, que elegir, que hacer; mi cerebro pierde su meta focalizándose en su miedo.
El afuera se esta apoderando del adentro. Y yo siento que no pertenezco a ninguno de esos dos planos, ni el adentro ni el afuera.

El miedo y los nervios ya me hacen entrar en un estado de pánico y comienzo a mirar a todos lados; a buscar desorbitadamente algo que me sirva de escape, de salida; algo que me salve de esta situación.

El agua ya ha llegado a mi cuello, y por él comienza a subir. Pasa la nuez de adán y comienza a rozar mi pera.
Ya no queda casi tiempo para que llegue a mi boca y luego a mi nariz; luego, ya no hay más tiempo, ya no hay vuelta atrás; aunque todo siga sucediendo ya esta determinado mi final.
Y el agua continua su ascensión por mi cuerpo, por cada pelo, por cada célula, por cada milímetro de mi ser.

El agua ya no parece tan fría, o será que ya he adaptado mi temperatura a la nueva situación; o es que mi cabeza, mi cerebro, mi mente, esta más ocupado en como escapar. Será que mi cerebro esta focalizado en lo que teme que en ver la situación en si misma, en ver como llega el final sin ver la posibilidad. Ver como el afuera consume al adentro, lo colapsa lentamente.

El agua roza mis fosas nasales y ya no queda vuelta atrás. Ya me he encomendado al miedo y a él le pido me guíe. He hecho de mi miedo, mi salvador. El miedo, aquel que siempre me ha jugado en contra, aquel que siempre ha estado para truncar mi hacer y mi senda; hoy, aquel enemigo parece ser que es mi salvador.

El afuera ya esta controlándome por completo y el adentro no puede ni inhalar; ya no queda mas espacio para tomar aire, para tomar vida; ya no queda más vida ni vivir.
Y tan solo me entrego a mi mismo. Busco dentro mio ese estado de paz, de serenidad; no es que sea un guru ni que haya conseguido encontrar la gracia divina, es tan solo que en este momento en que todo esta perdido, aun me tengo a mi.

El agua tapa el último cabello de mi cabeza; ya estoy completamente inmerso en el agua, en aquel exterior que me dominó y controló.
Ya no existe más posibilidad de nada, más la de encontrar una muerte que me sea sutil. Y allí es cuando todo cambia, cuando todo se transforma y deja de ser como era.

El afuera ya no controla mi ser; el agua ya no es un enemigo. El miedo ya no es un maestro. El adentro ya no se rige por los patrones y pautas pre establecidos. Todo cambia.

Las ideas fluyen dentro mio, con sutilidad y gracia. El aire que reside en mi, todavía, transporta la información recibida a todo el cuerpo y en tan solo un bombeo del corazón todo el cuerpo es conocedor del saber.

El interior sabe su hacer; el exterior es tan solo una experiencia a vivir. Elijo mi propia experiencia en cuanto a la resistencia que le aplique.
Por consiguiente dejo de resistir, dejo de tensarme, dejo de pensar en base al miedo; por consiguiente dejo de hacer lo que venía haciendo esta y tantas otras veces.

Dejo, suelo. Me suelto, me permito vivenciar esta experiencia sin más que estar consciente de ella. Relajo mis músculos, destenso mis articulaciones.

Tan solo un segundo de consciencia, de acción consciente para salvarme. Lentamente subo a la superficie y floto. Muevo mis piernas, brazos, manos y pulmones.
Inhalar, exhalar; el ciclo de la vida. Fluir, el modo de vivir la vida.

No era más que el repetirse de otros acontecimientos en mi vida, en los que el miedo me hizo perder, creyendo yo que me salvaba.
Tan solo debí sentir que moría para dejarme morir; para dejarme ir y liberarme de mis trabas.

Y ahora me encuentro continuando mi vida, nadando. Continuando mi vida viviendo esta nueva experiencia, hasta que llegue una nueva experiencia y, espero, estar presente y consciente para mantenerme libre y fluido, sutil ante el afuera. Y poder recordar que el afuera no es en si mismo; el afuera existe por lo que creamos desde nuestro interior, allí radica la vida

La vida no es afuera. El afuera es un espejo de color brillante que nos desorienta, que nos convoca desde el ego y desde la carencia que nuestro "YO" tiene.
La vida es en el interior; en el interior de cada uno, de cada cosa. En el interior del universo, es decir que somos parte de un interior mayor.

Sana tu carencia para vincularte contigo mismo; para vivir tu propia vida... Esto iba pensando cuando todo cambió, un horizonte de selva se presenta frente a mis ojos; y una nueva experiencia hace recordar que desde el interior todo se puede lograr.
Esta vez piso firme el piso, más mantengo la sutileza de no hundirme en el barro; y continúo mi vida, mi andar, mi experiencia.

- Por fecha 21/08/2014 - 

Expectativa Cero

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