He encontrado dentro mío ese otro que vive en mí; ese otro que no soy yo. Desde cuándo lo he tenido es lo que desconozco, es posible que haya estado siempre ahí.
Lo veo como algo tan alejado a quién soy, con tantas ideas tan diversas a las mías. Lo escucho con mi voz, lo veo con mi rostro y aún así es tan diferente a mí.
Con los años todo ha ido cambiando, entre ocasos y amaneceres. Entre sudores y lágrimas. Entre ideas y palabras. Entre silencios y gritos.
Todo ha ido cambiando tan paulatinamente que ha sido como tantas otras cosas en la vida; como la caída del pelo, como el cambio del físico de la niñez a la adolescencia, o de la adolescencia a la adultez.
Hoy en día ya todo es diverso a como era. Y todo esto ha ido pasando sin que pueda haber un registro tangible en mí.
Sí han sucedido cosas que han marcado o denotado modos y deseos, pero en las pequeñas cosas es donde se ha ido forjando quién soy y ya no puedo ver cómo es que todo ha ido cambiando.
Y hoy, mientras me siento solo en este lugar, en este momento del día; en este silencio de mi derredor yo veo a un otro dentro mio, que vive allí. A este que vive dentro mío lo conozco.
Este que vive hoy en día en mi es esa parte mía que ya no puede pujar a elegir o hacer, que ya no puede pedir porque sé que sus pedidos son necesidades. Que ya no puede opinar, porque sé que sus palabras son de envidia u odio. Que ya no puede aconsejar, porque ya sé que sus consejos son malos actos hacia quienes amo.
Esa parte mía vive todavía en mí porque todavía no he limpiado todo cuanto soy.
No aborrezco a esa parte, más la dejo que haga sus actos, sus gritos y gestos. Gracias a ellos puedo ver mejor lo que deseo cambiar.
Hoy en día estoy tomando mate conmigo mismo, escuchándome y sintiéndome. Feliz de haber llegado hasta aquí, sin saber de dónde he partido con certeza; feliz de proseguir desde aquí, sin saber a dónde depare mi andar. Más en el aquí-ahora yo me encuentro en mi mismo, conmigo mismo.
Yo me encuentro gozándome, mientras gozo la naturaleza a mi derredor.
Lo veo como algo tan alejado a quién soy, con tantas ideas tan diversas a las mías. Lo escucho con mi voz, lo veo con mi rostro y aún así es tan diferente a mí.
Con los años todo ha ido cambiando, entre ocasos y amaneceres. Entre sudores y lágrimas. Entre ideas y palabras. Entre silencios y gritos.
Todo ha ido cambiando tan paulatinamente que ha sido como tantas otras cosas en la vida; como la caída del pelo, como el cambio del físico de la niñez a la adolescencia, o de la adolescencia a la adultez.
Hoy en día ya todo es diverso a como era. Y todo esto ha ido pasando sin que pueda haber un registro tangible en mí.
Sí han sucedido cosas que han marcado o denotado modos y deseos, pero en las pequeñas cosas es donde se ha ido forjando quién soy y ya no puedo ver cómo es que todo ha ido cambiando.
Y hoy, mientras me siento solo en este lugar, en este momento del día; en este silencio de mi derredor yo veo a un otro dentro mio, que vive allí. A este que vive dentro mío lo conozco.
Este que vive hoy en día en mi es esa parte mía que ya no puede pujar a elegir o hacer, que ya no puede pedir porque sé que sus pedidos son necesidades. Que ya no puede opinar, porque sé que sus palabras son de envidia u odio. Que ya no puede aconsejar, porque ya sé que sus consejos son malos actos hacia quienes amo.
Esa parte mía vive todavía en mí porque todavía no he limpiado todo cuanto soy.
No aborrezco a esa parte, más la dejo que haga sus actos, sus gritos y gestos. Gracias a ellos puedo ver mejor lo que deseo cambiar.
Hoy en día estoy tomando mate conmigo mismo, escuchándome y sintiéndome. Feliz de haber llegado hasta aquí, sin saber de dónde he partido con certeza; feliz de proseguir desde aquí, sin saber a dónde depare mi andar. Más en el aquí-ahora yo me encuentro en mi mismo, conmigo mismo.
Yo me encuentro gozándome, mientras gozo la naturaleza a mi derredor.
- Por fecha 02(10(2014 -
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