Ando con menos preguntas y por consiguiente con menos respuestas.
Menos preguntas, que ya me he preguntado y que no me han dado nada en si mismas. Con menos respuestas que eran las que me excusaban o justificaban acciones, o las que me generaban bronca, rechazo, ira, indignación o reacción.
Ando observando mejor, ando relajando mejor. Ando haciendo mejor; en un hacer constante y cotidiano.
Que mejor modo de aprovechar mi vida, mi día, mi momento que estar prestándome atención a mi en este mismo momento, en el que todo esta sucediendo -todo sucede en mi derredor para mi-.
Mirar afuera es perder la vista. Creo que mirarse a uno es gestionar un acto amoroso con uno mismo y con la vida que llevamos. Y cuando digo mirarse a uno mismo no digo ensimismarse ni narcizarse -si es que existe esa palabra-, sino que digo prestarse atención a uno mientras se esta vinculado con todo y todos.
Cada vez menos preguntas, no-funcionales y nocivas, dejan de presentarse en mi.
De a poco voy abriendo el panorama para nuevas ideas, nuevas acciones, nuevos gestos y nuevas respuestas. Porque creo que la mejor pregunta es el hacer.
Si reacciono, no pienso, ni discierno, no me doy cuenta de lo que hago. Y si no me doy cuenta de lo que hago, realmente, es que no estoy viviendo mi vida como deseo vivirla; tan solo estoy actuando como un estímulo de algo más en un ciclo vicioso de estímulos decadentes.
Si acciono, elijo, pienso, me tomo mi tiempo de saberme y escucharme. Y si me escucho y me sé, tomo una acción, y esto repercute en que lo que hago me significa y representa. Estoy presente; representa, me reafirma en el presente.
Y en la cascada de experiencias, cada gota parece ir sola en su caída; mientras que al observar bien podemos ver al río, que es la vida, y no tan solo a una gota aislada, que es una experiencia a la cual le volcamos una carga emocional.
Menos preguntas, que ya me he preguntado y que no me han dado nada en si mismas. Con menos respuestas que eran las que me excusaban o justificaban acciones, o las que me generaban bronca, rechazo, ira, indignación o reacción.
Ando observando mejor, ando relajando mejor. Ando haciendo mejor; en un hacer constante y cotidiano.
Que mejor modo de aprovechar mi vida, mi día, mi momento que estar prestándome atención a mi en este mismo momento, en el que todo esta sucediendo -todo sucede en mi derredor para mi-.
Mirar afuera es perder la vista. Creo que mirarse a uno es gestionar un acto amoroso con uno mismo y con la vida que llevamos. Y cuando digo mirarse a uno mismo no digo ensimismarse ni narcizarse -si es que existe esa palabra-, sino que digo prestarse atención a uno mientras se esta vinculado con todo y todos.
Cada vez menos preguntas, no-funcionales y nocivas, dejan de presentarse en mi.
De a poco voy abriendo el panorama para nuevas ideas, nuevas acciones, nuevos gestos y nuevas respuestas. Porque creo que la mejor pregunta es el hacer.
Si reacciono, no pienso, ni discierno, no me doy cuenta de lo que hago. Y si no me doy cuenta de lo que hago, realmente, es que no estoy viviendo mi vida como deseo vivirla; tan solo estoy actuando como un estímulo de algo más en un ciclo vicioso de estímulos decadentes.
Si acciono, elijo, pienso, me tomo mi tiempo de saberme y escucharme. Y si me escucho y me sé, tomo una acción, y esto repercute en que lo que hago me significa y representa. Estoy presente; representa, me reafirma en el presente.
Y en la cascada de experiencias, cada gota parece ir sola en su caída; mientras que al observar bien podemos ver al río, que es la vida, y no tan solo a una gota aislada, que es una experiencia a la cual le volcamos una carga emocional.
- Por fecha 15/11/2014 -
Comentarios