Caminaba por una ciudad gris, con sus calles grises y sus edificios grises . Caminaba por entre la gente gris, con sus ropas grises.
Caminaba y no veía ojos grises, no veía ojos siquiera; todos miraban para abajo. Andaban absortos, como zombies.
Él caminaba con su cara levantada, con sus ojos abiertos y con su sonrisa en su cara.
Mientras todos veían grises a las cosas, a los momentos, a las emociones y a los vínculos; él veía a las cosas con sus colores, a las emociones con sus brillos y a los vínculos con colores y brillos.
Él estaba viendo las cosas con los colores que su ánima le mostraba.
Le habían quitado todo, más no tenía un buen traje, ni un buen auto; ni utilizaba un sombrero tan de moda en ese momento. Le habían arrebatado la posibilidad de sus zapatos y las camisas que tanta gente usaba.
Lo que no le habían quitado, ni le podían quitar nunca, sería su posibilidad y habilidad de ver los colores.
Ver los colores de las cosas, de los momentos, ver las tonalidades de tantos colores entrelazados entre si.
Y así lo había elegido él; ver el mundo de colores y sin posesiones.
- Por fecha 23/11/2014 -
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