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Las respuestas y los pétalos

Esta historia comienza observando uno de los más bellos jardines que pude ver en mi vida. En aquel lugar había diversidad de plantas y cada una de ella mostraba su maestría en sus flores.
Habían lirios, orquídeas, cactus, margaritas, tulipanes, cannas indias, hortensias, cerezos y claveles, entre tantas otras que ya no puedo recordar.
Los colores y aromas jugaban en mis sentidos y yo me permitía perderme allí.
Volviendo a la historia, este lugar era bello, era natural y era armónico en la participación de todas las plantas y animales.
Todas las mañanas el personaje principal se levantaba de la cama con una sonrisa, oliendo a alguno de los tantos aromas que danzaban con el aire y lentamente realizaba el ritual de bañarse, lavarse los dientes, cambiarse e ir a poner el agua a calentar, para su café.
Mientras este se iba haciendo, el tomaba su ritual de placer e iba regando a cada una de las plantas, disfrutando a cada una de sus flores; para luego tomar su café, con galletas en el mismo jardín.
Luego se iba a trabajar, a realizar sus tareas pertinentes, a pagar sus cuentas y a hacer alguna tarea antes de volver a su casa para, el día de mañana, comenzar el ciclo nuevamente.
Había sido así por varios años y el estaba tranquilo en ese ritual, cíclico de hacer y volver.
Hasta que un día algo aconteció que la tranquilidad o calma se vio tocada y sacudida; esa tranquilidad que hasta ese momento el no había visto como un estado somnoliento de transitar la vida.
Había pasado algo que le hizo a su corazón latir con nuevos ritmos, a oler con nuevos deseos. A andar con nuevo ritmo y a elegir mejor sus ropas al momento de vestirse.
Como se podrán imaginar, el había encontrado una mujer que le había "movido su piso", ese mover lo sacudió y despertó; le mostró que todo, hasta ese entonces, era casi aburrido o monótono en su vida.
Y él tuvo nueva razón de vida, nueva motivación para vivir. Nuevas ganas para hacer y una nueva musa en su vida a la cual deseaba conocer; ya que hasta ese momento era tan solo una compañera nueva de su trabajo.
Y las ansias que el tenia iban creciendo dentro de el. Y él se creo miles de fantasías y miles de ideas, el se comenzó a preguntar si ella lo veía o no, si ella lo tenia en cuenta o no. Día tras día esto fue creciendo y creciendo.
Un día, estaba en su jardín, pensativo sobre esta mujer, ese deseo y su reciprocidad. ¿Qué sería de ella?, ¿qué sentiría ella?, ¿sentiría lo mismo que él?. Y sus nervios e intranquilidad fueron creciendo hasta que, en broma, tomó una margarita y le preguntó a ella si esta mujer, esta bella mujer, lo amaba o no lo amaba.
De a uno por uno, fue quitando pétalo por pétalo al ritmo de "me ama" y "no me ama". Cada pétalo era mayor tensión en si mismo porque lo acercaba más a la respuesta final; aunque esto era un tipo de juego.
Quitó el ultimo pétalo y se escucho decir "no me ama". Se friso en ese mismo momento y se quedo duro. Contuvo su respiración y su angustia creció; su frente comenzó a tener un leve sudor frío mientras que su cara fue demostrando el miedo, el tremendo miedo, que iba creciendo dentro de el.
¿Era verdad lo que la flor le había dicho?, ¿ella no lo amaba?. ¿Podía ser que así fuese?.
Y, queriendo revertir ese miedo, pidió perdón a una nueva flor y la arranco suavemente. Y comenzó a quitar pétalo por pétalo, entre un "me ama" y un "no me ama". Y a cada pétalo su tensión interna se iba haciendo más intensa, más aguda. Su ansiedad iba creciendo exponencialmente a cada movimiento de su mano.
Y cada vez habían menos pétalos en esta flor, y cada vez iba más lento. Cada vez iba con más inseguridad y cada vez padecía más el proceso de arrancar y decir.
Quito el último pétalo y escucho que su voz decía, en tono muy bajo, "me ama". Explotó su corazón de alegría y júbilo, la angustia voló por los aires y ya era libre de todo.
Sus actitudes comenzaron a tener confianza, porque ella lo amaba. Pero volvieron a decaer... volvió su inseguridad a crecer, volvió la duda a hacerlo dudar, volvió el miedo a hacerle temer si ella lo amaba o no.
Y sin dudarlo ni un segundo, fue hasta su patio y tomo una flor, no se fijo que flor tomaba, ni que color tenía; no se percato de su perfume ni el estilo particular y único que esta flor tenía en si misma.
Tan solo tomó la flor y comenzó a quitarle pétalos al ritmo de "me ama" y "no me ama". Y fue así que la respuesta final fue "no me ama". Pudo confirmar sus miedos, ella no lo amaba; su mundo se derrumbó y se apagó.
Negó rotundamente la posibilidad de que eso fuese verdad; se había confundido él al comenzar con "me ama" al quitar el primer pétalo.
Así fue que tomo una segunda flor, de otra planta, con otro formato y otro color, con otro aroma y otra superficie. No se percató de nada de ello ya que al momento de arrancarla, fue su comenzar "no me ama" al ritmo de arrancar el primer pétalo.
Confiado de que la respuesta final sería "me ama", no aminoro su ritmo y llego a las últimos 5 pétalos de esta mammillaria -cactus-, en ese momento no recordó como había logrado traer el mismo dentro de su valija, en uno de sus viajes, hace tantísimo tiempo ya. Esos últimos pétalos fueron con miedo, el no quería saber la respuesta final, o si quería pero no quería que sea la respuesta que el no deseaba oír.
Así fue como al final, tiró la flor con un solo pétalo al piso y la estrujo con su pie. El pétalo le iba a decir que ella "no lo amaba" y el no quería escuchar eso.
Esto se tornó en su obsesión y fue arrancando flores y pétalos, teniendo sus "me ama" y sus "no me ama" como respuestas. A cada "no me ama" se indignaba y volvía a comenzar. A cada "me ama" se preguntaba: "¿será verdad o me estará mintiendo?" y volvía a iniciar el ciclo.
Duro lo que duro su jardín con flores; sucedió que en un momento ya no había mas flores que arrancar, no había mas pétalos a los cuales preguntarle y su dolor creció enormemente.
Un día no dio más con su dolor, con su inseguridad, con su intranquilidad y su angustia y fue ese día en el cual se quitó la vida, como quitado tantas flores y tantos pétalos. Y su cuerpo yacía en el piso como parte de aquel ritual de "amor y pregunta". Aquel jardín, con plantas sin flores, con pétalos tirados por todo el pasto y con un cuerpo por sobre ellos.

Murió como vivió. Preguntando las preguntas equivocadas en los lugares equivocados. Queriendo respuestas que calmaran a su ego, sin tomar noción de que las respuestas no se quieren, sino que se aceptan al momento de preguntarlas.

Yacía un cuerpo inherente, en un jardín que antes fue puro color, puro olor, pura forma, puro contenido. Enviciado por el ego y el miedo de un hombre.
Su suicidio fue por su falta de coraje.
Mejor, siempre, morir en vida que ser asesinado por nuestro propio miedo.

- Por fecha 09/02/2015 - 

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