Puso una semilla por debajo de la tierra; y con ella puso la esperanza. Luego vio salir un primer, pequeño y frágil, brote; y con él su esperanza comienzo a crecer.
Mientras fue creciendo, las esperanzas de vida fueron siendo algo a lo que se aferro fuertemente. A cada día que iba a regarla, a cada momento que pasaba y posaba en ella sus ojos.
Transcurrieron varios meses y su planta había crecido ya bastante. En ese transcurso las hormigas la tomaron como fuente de alimentación hasta casi dejarla sin hojas ni brotes entre otros acontecimientos que estuvieron cerca de acabar su vida.
Llegó el momento en el que la maceta donde la había puesto ya le estaba quedando pequeña, y limitando sus posibilidades de existencia.
Con la inversión del deseo de futuro, de crecimiento y desarrollo como árbol, es que decidió trasplantarla. El tema le surgió en que iba a ser mejor, que podía hacer para que la planta pueda lograr lo que el deseaba, para que pueda realizarse, tal como él lo quería.
Entre muchas opciones tuvo que elegir. Estás pasaron entre el dejarla en la maceta o buscar a algún conocido que la quiera aceptar hasta el plantarla en un campo verde o regalarla a un puesto de jardinería.
Dejarla a quien se encargase de ella, quien la amase y la cuidase; a quien la nutriera y le permitiera crecer como el quería que fuera era su mejor opción. Y comenzó aquel trabajo de encontrar quien se encargara de cuidar su planta -futuro árbol- y que haga que su deseo se realice.
Este momento lo angustiaba, ya que él había tomado del piso la semilla y, él también, la había plantado para que crezca. Fue también él quien la regó, cuido y ayudo para que no se la coman ni se muera sin sol ni agua, ni insolada ni ahogada.
Como se supone, también fue él quien la mantuvo y asistió. Y él es quien resguarda por su futuro y que quiere que su futuro, el del arbol, sea el futuro que él deseaba.
La angustia lo fue tomando preso y lo fue ahogando. Tanto tenía puesto e invertido en su planta, en su futuro árbol, que no podía permitirse fallar. El sufrir creció hasta tal grado que el insomnio lo comenzó a acompañar.
Una noche, en una de aquellas noches donde pudo dormir ya que sus noches no eran de noches, sino era tan día como los mismos días; tuvo un sueño que todo lo cambió.
En aquel sueño se encontraba sentado mirando al jardín y a su lado, estaba la planta. La planta, para su sorpresa estaba sentada también, en una silla a su lado. No pudo decir palabra alguna, la sorpresa lo había paralizado. Fue ella, la planta quien le comenzó hablar de forma natural y sencilla y él a escuchar.
"Te preocupas demasiado. Te angustias demasiado. Te agradezco desde mi más baja raíz hasta mi más alto tallo por el haberme dado una mano y dejarme cerca de la tierra. Por haberme regado y cuidado de que no me destruyan ni tempestades ni animales."
A lo que él le comenzó a agradecer y a darse un poco de gloria por sus actos pero ella lo detuvo con calma y le hizo mantener silencio nuevamente, y continúo con lo que decía.
"Has puesto en mi mucho de tí. Has puesto en mi tus esperanzas y tus proyectos, como tus miedos e inseguridades. Has colocado sobre mi tus deseo y fantasías, como también tu angustia y amor.
Has puesto mucho en mi y te has vaciado de ti, poniéndolo en mí."
Ante estas palabras el hombre comenzó a defenderse y a plantearle que no era agradecida, que él quería lo mejor para ella... Y nuevamente ella lo miró fija y profundamente, produciendo nuevamente el silencio en sus labios.
"No soy ni agradecida ni desagradecida ante sus actos. Como tampoco me responsabilizo de tus deseos ni miedos, ni tus angustias ni proyectos. Yo tan solo me encuentro viviendo mi presente,
Mi experiencia está sucediendo en el aquí-ahora. Para mi no existe, ni siquiera pienso en mi futuro. Existe esto que estoy viviendo y con ello me basta."
Y luego, ella se levanta de la silla y va hasta su maceta; se acomoda y lentamente coloca sus raíces bajo tierra. A lo que le dice, con un amoroso "Disfrutame aquí y ahora; disfrutá de disfrutar aquí y ahora. Disfruta el estar vivo aquí y ahora. Y pon en ti tus deseos, tus proyectos y tus convicciones; como también pon en ti tus miedos e inseguridades, y resuelve además tu angustia.
Toma todas las cargas emocionales que me has transferido a mi y asimilalas nuevamente. Ellas son tuyas y si no están en tí no puedes sanarte ni vivir en armonía.
Te recuerdo que tus cargas no me pesan, porque no me hago responsables de ellas. Mi vida no me pertenece, tan solo la vivo. Prueba a hacer lo mismo".
.... Y él despertó de aquel sueño, y se preguntó si había sido un sueño.
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