La tierra gira permanentemente, somos nosotros los que estamos estáticos. Los ciclos cambian mientras nosotros seguimos aferrados a este ciclo biológico.
La transición es una realidad y la transformación también lo es. Mientras peleemos con estas ideas, mientras no aceptemos que todo es transicional y que todo se transforma, seguiremos padeciendo, luchando, negando y atrapados en nuestro propio infierno.
Al momento de la toma de consciencia se gestiona una espiral ascendente -de consciencia-. También existe esta espiral en modo descendente y está vinculado con actos de inconsciente.
Mientras no giremos como la tierra, mientras no transitemos el cambio como el día y el sol, como las estaciones... mientras estemos desalineados, alienados y distanciados de la naturaleza -nuestra mayor y mejor maestra- seguiremos en esta espiral descendente, habitando la inconsciencia y el desamor.
El cambio no hay que tomarlo, al cambio hay que aceptarlo.
El ciclo no hay que forzarlo, al ciclo hay que acompañarlo.
A la naturaleza no hay que matarla, es nuestro deber aprender de ella -como "hijas e hijos" que somos-.
Aceptar la pérdida; encarnar la vida. La única opción es vivir. Y tan solo se puede estar vivo en este mismísimo momento que tenemos.
Esta respiración que estamos teniendo, es única, irrepetible y ya ha dejado de ser. Este mirar, este latir, este hacer, este sonreír, este decir... Todo es único e irrepetible y por tal es nuestro deber -con nosotros mismos- el darnos respuestas sinceras a nosotros mismos.
Es real que voy a morir, es real que mi ciclo biológico se va a terminar.
¿Como dispongo vivir mi vida?. ¿Que deseo de ella?. ¿Que necesito de ella?.
Liberarme de todos los problemas, ellos me atan a mis miedos, mis inseguridades y a un futuro inexistente.
Hay quien ha dicho que no podemos volar por el peso de nuestras ideas -y mentes-. ¿Será así?... habrá que probar.
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