Existen los "feliz día" para montones de cosas.
El feliz día del amigo, de la mujer, del niño, de la madre tierra; el feliz día de la diversidad de razas, de la mascota. También existe el feliz día del trabajador, el día de la bandera, el día de la independencia.
El feliz día está en todas partes, en muchos días y adjuntados a muchos nombres, acciones y situaciones.
El que hemos dejado de lado, el que hemos dado por obvio -y por sentado- y no recordamos, y no valoramos, es el feliz día a la vida.
Ese "feliz día" debería ser el motor de cada día, de cada inicio y cada fin.
El feliz día a la vida debería de ser un cierto "himno" para los humanos, con la danza del abrazo y la bandera del amor.
El feliz día a la vida debería estar presente en todos y cada uno, y se debería de festejar estando presente siempre, atento siempre y asistiendo siempre a unos y todos.
El día a la vida debería de festejarse en cada casa, con invitados desconocidos y con las puertas abiertas. Al fin y al cabo, para que están las puertas sino para delimitar la privacidad; y de que privacidad podemos estar hablando si no tenemos propiedad alguna, ni nuestro cuerpo es nuestro -es tan solo prestado por el lapso de nuestra vida-.
Por ello que siento y hago para vivir cada día como el "feliz día a la vida". Y cuando me olvido de recordar ese feliz día, freno y presto atención para ver que me quitó la felicidad de vivir mi vida. Y de seguro que aquello que me lo "quitó" está dentro mío, demandando atención, insatisfecho.
Feliz día de la vida, que no existe ninguna otra cosa que exista sin ella.
El feliz día del amigo, de la mujer, del niño, de la madre tierra; el feliz día de la diversidad de razas, de la mascota. También existe el feliz día del trabajador, el día de la bandera, el día de la independencia.
El feliz día de tu cumpleaños, feliz día del año nuevo y de navidad también.
El feliz día está en todas partes, en muchos días y adjuntados a muchos nombres, acciones y situaciones.
El que hemos dejado de lado, el que hemos dado por obvio -y por sentado- y no recordamos, y no valoramos, es el feliz día a la vida.
Ese "feliz día" debería ser el motor de cada día, de cada inicio y cada fin.
El feliz día a la vida debería de ser un cierto "himno" para los humanos, con la danza del abrazo y la bandera del amor.
El feliz día a la vida debería estar presente en todos y cada uno, y se debería de festejar estando presente siempre, atento siempre y asistiendo siempre a unos y todos.
El día a la vida debería de festejarse en cada casa, con invitados desconocidos y con las puertas abiertas. Al fin y al cabo, para que están las puertas sino para delimitar la privacidad; y de que privacidad podemos estar hablando si no tenemos propiedad alguna, ni nuestro cuerpo es nuestro -es tan solo prestado por el lapso de nuestra vida-.
Por ello que siento y hago para vivir cada día como el "feliz día a la vida". Y cuando me olvido de recordar ese feliz día, freno y presto atención para ver que me quitó la felicidad de vivir mi vida. Y de seguro que aquello que me lo "quitó" está dentro mío, demandando atención, insatisfecho.
Feliz día de la vida, que no existe ninguna otra cosa que exista sin ella.
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