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Música constante

Iba andando por la calle, entre sonrisas y algún instrumento con el que hacia diversos sonidos; dependiendo de que tuviese en la mano, lo que generaba. Con piedras, por ejemplo, entre golpes y raspadas. Con madera golpes en diferentes partes, dando diversos sonidos. Con una hoja, haciendo sonidos de viento. Con sus palmas, haciendo como trompeta.
Y cuando sus manos estaban ocupadas, utilizaba su garganta como todos los instrumentos juntos.
Desde afuera era visto como "el viejo raro". Aquella persona que todos miran, sonríen y saludan pero que nadie interactúa ni se acerca demasiado.
Todos los días lo veían pasar varias veces, tanto de ida como de vuelta; tanto llevando cosas o animales o sin nada en sus manos. Lo que si era constante en él, era el sonido y la cara con ese destello de felicidad, como de gratificación.
Con el tiempo, un joven que no aguantó más su intriga ni las tantísimas historias que había escuchando de tantísimas personas se acercó a "el viejo raro" y le habló.
Lo encaró y le preguntó cual era su problema; a lo que este hombre le contestó que no había ningún problema.
Entonces el joven debió de reformular su pregunta y direccionarla desde su inquietud, y así lo hizo. Le dijo que le llamaba poderosamente la atención que siempre anduviese de aquí para allá, con algo en sus manos y haciendo ruidos o sino con su boca y garganta.
A ello, el "viejo" le responde que el iba con instrumentos, creando música y ritmos; y que hacía eso porque de eso se trata la vida.
Y antes que el joven pudiera decir algo, el viejo le gana en iniciativa y le comenta que la vida es música. La vida es ritmo y sonidos, interacción de todos los sonidos que el cosmos puede hacer, en todos los tonos audibles y no audibles por el hombre.
Entonces, luego de un silencio y un gesto como de ir entendiendo lo que el hombre decía, le pregunta por que siempre se lo veía con una sonrisa, con ganas y con una disposición a la vida.
A lo que el hombre esboza una sonrisa tan llena de vida como la de un recién nacido y le comenta que la sonrisa es el sonido de mi cara, las ganas es el ritmo de mi corazón y que estar dispuesto a la vida es la consciencia de que moriré. Moriré y de ello estoy seguro, y ello no me perturba -ya no-. Es por que ando con mi sonrisa, con ganas de estar disfrutando y dispuesto a lo que estoy haciendo, y a lo que se me viene -aunque no sepa que va a ser-.

Luego de ese día, ese momento, por aquella calle pasaban dos personas. El tan conocido "viejo raro" y en nuevo a conocer "joven raro"... Y desde aquel día habían dos personas andando con sonrisa y con ganas. Haciendo un dueto, en vez de un unipersonal como venía siendo.
Y el "joven raro" comenzó su aprendizaje de "raro", para vivir su vida, y sentir la música con todos los ritmos, sonidos y colores.

La vida es música constante...

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