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Sobre el pensar

Préstale atención a tus ideas; escucha todo lo que en tu cabeza sucede.
Diferencia las voces y los tonos que se escuchan. Excita tus sentido y encuentra las variaciones entre cada uno.

Muchas de estas ideas, de esas voces, de esos estilos no te pertenecen. Hay que tomarse un momento, un tiempo; hay que despertar la intuición para poder saber cuando uno se piensa y cuando a uno lo están pensando.

Los que nos pueden pensar son algunos como las estructuras de pensamiento, las formas de pensamientos, los condicionamientos, el miedo, la ascendencia, la cultura, la aceptación de los otros, entre tantas otras posibilidades más.

Es interesante prender una vez al día, al menos, la luz de la nueva idea. La luz del propio pensamiento.
Saber lo que pienso es pensar. Pensar sin cesar y sin sentido es rumiar la misma idea; es no pensar.

Expectativa Cero




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ca..alidad

Casualidad. Causalidad. Esto es algo sobre lo siempre se ha hablado. Ha trascendido muchas generaciones y aun así sigue vigente en el pensamiento y charla entre personas. Algunas religiones no discuten sobre ello ya que todo es por obra del señor, ya sea lo bueno o malo. El hombre de esta época ya posee hasta una muletilla, sobre el tema en cuestión, en el dialogar o hasta en su propio pensar. Yo conocí la diferencia de joven, teniendo 17 años. Fue una noche en la que aprendí y también vi la diferencia entre una palabra y la otra. Creo que preferimos utilizar una palabra porque es más sencilla, practica y también nos desvincula de nuestro hacer y de nuestro aprendizaje. La casualidad es algo fortuito; y honestamente, y luego de haber vivido algunos años, siento que no existe nada fortuito. Todo es un acontecer de sucesos, elecciones y acontecimientos. He aprendido a hacerme responsable de los sucesos, de los resultados y también de mis elecciones. La suerte no participa en m
Momento de paz - Por fecha 30/12/2014 -  Expectativa Cero

Hasta aquí

La carencia ha sido mi base; desde ella he fundado mi vida. Entre ella me desplacé e interactue. En cada mamadera, en cada abrazo y sonrisa estaba ella. En cada silencio, en cada rechazo y distancia estaba ella. Ella creció en mi a la par que yo gané centímetros de altura, y de gordura también. La vida comenzó a ser lo que faltaba, y lo que tenía no tenía valor. Así fueron inculcándome mi padre y madre, abuelos y abuelas. Levantaban su bandera de amor, de compañía y compasión pero daban lo que habían aprendido, carencias. Esta historia puede ser mía como de tantos más, como de mis padres o lo suyos. Esta historia puede ser de amigos, vecinos y hasta desconocidos. Puede ser que sea de miles o millones de personas en el mundo, puede ser. Cuando fui grande pude entender lo que me pasaba. Ver, oler, tocar... y sentir que algo faltaba. Sentir, y sentir que no me sentía. Comprender que aquella carencia estaba en mi, no en todo lo que me rodeaba; no en todo lo que vivía ni en la gente q