Si tu supieras lo que yo sé, entenderías mi hacer. Pero es que no quieres saber, y por ello yo debo seguir.
La responsabilidad de mi conocimiento compromete mi hacer. Es mi deber ser fiel a lo que sé, y relegar el cuestionamiento incoherente y miedoso a un cajón. Y lo dejo allí no para negarlo sino para que no estorbe en mi hacer.
Tu elección la acepto y la respeto. Respecto a tu hacer, que más puedo decir si este es la consecuencia de lo primero.
En la libertad estamos siendo curados. De la paz estamos siendo amamantados. En el amor estamos siendo probados.
Sigues tu senda y tus actos; síguelos mientras creas que son los correctos. Pero despierta si en tí surge el sonido de la campana.
Aquel sonido está ligado a tu consciencia y, al momento de sonar, está diciendo, avisando, recordando.
Yo debo seguir en mi hacer y no es que te dejo, sino que tu te quedas; yo no reniego de quien eres, pero quedarme para no parecer malo contigo sería un acto asesino conmigo mismo, y con el todo. Y no puedo defraudar al todo, a la vida misma, al universo, a Dios, o a tu creencia.
Mi partir comenzó hace tiempo atrás, si pudiera mostrártelo podría hacer todo más sencillo; pero no deseas ver más de lo que tu miedo te dice ver, no deseas abrir tu mente y corazón a nuevas ideas y sentires. Has preferido ver lo visto y creer lo creído, no ser más que estar repetido.
Y te espero aquí cerca, con mi brazo extendido. No para atraerte hacia mí, sino para ayudarte en tu transitar. Tal cual han hecho conmigo quienes han estado antes en este camino.
Y al recordarte me recuerdo que la vida existe para ser vivida, que las experiencias que transitamos están sucediendo porque hemos obrado para que ellas sucedan y estamos preparados para afrontarlas. A nuestro alcance está el aprendizaje y sanar nuestro dolor es una proeza de coraje y valor, el cual nos devuelve a nuestro propio amor.
Hasta que nos volvamos a reconocer.
- Este documento fue escrito entre tiempos sin fechas -
La responsabilidad de mi conocimiento compromete mi hacer. Es mi deber ser fiel a lo que sé, y relegar el cuestionamiento incoherente y miedoso a un cajón. Y lo dejo allí no para negarlo sino para que no estorbe en mi hacer.
Tu elección la acepto y la respeto. Respecto a tu hacer, que más puedo decir si este es la consecuencia de lo primero.
En la libertad estamos siendo curados. De la paz estamos siendo amamantados. En el amor estamos siendo probados.
Sigues tu senda y tus actos; síguelos mientras creas que son los correctos. Pero despierta si en tí surge el sonido de la campana.
Aquel sonido está ligado a tu consciencia y, al momento de sonar, está diciendo, avisando, recordando.
Yo debo seguir en mi hacer y no es que te dejo, sino que tu te quedas; yo no reniego de quien eres, pero quedarme para no parecer malo contigo sería un acto asesino conmigo mismo, y con el todo. Y no puedo defraudar al todo, a la vida misma, al universo, a Dios, o a tu creencia.
Mi partir comenzó hace tiempo atrás, si pudiera mostrártelo podría hacer todo más sencillo; pero no deseas ver más de lo que tu miedo te dice ver, no deseas abrir tu mente y corazón a nuevas ideas y sentires. Has preferido ver lo visto y creer lo creído, no ser más que estar repetido.
Y te espero aquí cerca, con mi brazo extendido. No para atraerte hacia mí, sino para ayudarte en tu transitar. Tal cual han hecho conmigo quienes han estado antes en este camino.
Y al recordarte me recuerdo que la vida existe para ser vivida, que las experiencias que transitamos están sucediendo porque hemos obrado para que ellas sucedan y estamos preparados para afrontarlas. A nuestro alcance está el aprendizaje y sanar nuestro dolor es una proeza de coraje y valor, el cual nos devuelve a nuestro propio amor.
Hasta que nos volvamos a reconocer.
- Este documento fue escrito entre tiempos sin fechas -
Comentarios