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Vacío

En el último escrito escribí:
"El vacío es la carencia del todo y ello no es posible. Tan solo es que lo creemos tan fervientemente que negamos al todo, aceptando al vacío como única posibilidad para continuar."

Es por ello que hoy quiero darle un espacio a ese vacío. A esa ilusión, ilusión como todo lo demás.

Qué es el vacío, como nombrarlo sin afectarlo. Como poder hablar de un suceso inexistente.
El vacío no existe, es algo que necesitamos nosotros para darnos cierta contención y concepto.

Como nombrarlo si al hacerlo, deja de existir. Como medirlo, si al querer hacerlo ya le dimos una variable.

Tenemos esta necesidad de darle entidad, de darle cierto marco de referencia porque al hacerlo nos sentimos seguros. El nombre no nombra, sino que da seguridad a quien lo nombra.
Darle estructura a todo para podernos sentir que no estamos estructurados.

Dentro nuestro es lo mismo, le damos ese nombre para no permitirle que surge el verdadero nombre.
Al vacío ya se lo puede tapar, ya sabiendo la "enfermedad" podemos vacunarnos o medicarnos. Y en este caso, la medicación es la negación de lo que está aconteciendo por debajo de ese "vacío".
Al nombrarlo, nos relajamos porque ya existe eso y luego reaccionamos con las pautas, patrones, conductas y condicionamientos ya establecidos.

Ahora, poniendo foco sobre el tema que me interesa escribir puedo decir que dentro mío no existe el vacío. No existe algo sin nombre; aunque si existe la negación del nombre.
Es decir que en mi hay dolor y amor, básicamente. También las no respuestas de ese dolor están dentro mío. Estás no-respuestas están ligadas muy estrechamente con el vacío.

Si no se que me pasa (vacío) busco resolver lo que no entiendo con la receta de la negación de lo que me pasa.
Busco calmar mi dolor por no estar en pareja estando con una u otra mujer. Busco calmar mi dolor de no tener amor teniendo relaciones por necesidad. Busco calmar mi dolor de no estar contenido haciéndome de renombre y siendo "idolatrado".

El vacío es el lugar que me espera a que le de nombre, el no se nombra por si solo. Es decir que en mi respuesta sobre lo que siento, puedo darle contenido a ese vacío y allí deja de existir y transmuta. Allí le doy vida a lo que me sucedía y pasa a ser un algo a darme una respuesta y sanar.

Al estar perdido dentro de mi vida y por consiguiente ya no estar viviendo mi vida, no puedo ver lo que me pasa, lo que siento, lo que reacciono ni porque lo hago. Es decir que soy algo mecánico que anda al ritmo de un "tic - tac" ordenado.
Ese quien da orden, da nombre también y allí es que el vacío es mal nombrado.

El vacío es promesa de espacio, de lugar, de entidad, de vida, de consciencia. El vacío no es lo opuesto de todo esto.
En el vacío yace la oportunidad y la posibilidad de conocernos, darnos una respuesta y poder tomar consciencia de mis elecciones.

Desde mi vacío yo puedo crear mi vida. Allí está la semilla de la existencia, esperando ser regada. Y la regamos con nuestro dolor.
Y el dolor es un acto amoroso de respuesta hacia lo que nos pasa y negábamos.

Querer tapar ese vacío es agrandar más, si es posible, su profundidad y acrecentar su profundidad.
Al negar lo que nos pasa, nos negamos a nosotros mismos y nos robotizamos para no sentir.
Porque sentir es malo. El sentir solo te hace sufrir. El sentir te hace débil. Si sentís te pueden manejar o manipular. Esto nos han dicho -al menos a mi me lo han repetido unas cientos de veces- y nosotros -al menos yo- lo hemos creído.

Hemos comprado la falsa, "maldita" -de mal dicha- idea de que al sentir hay que apagarlo. Y no hemos sabido que, apagando el sentir, apagamos nuestros sentidos, nuestras percepciones, nuestro vinculo con nosotros mismos. Anulamos a la parte orgánica que tenemos dentro nuestro, a aquella parte que es por la cual se manifiesta la belleza, el amor, la compasión, la creatividad, la creación, el juego.

Hoy, a mi vacío le doy nombre. Y antes de dárselo, tomo mi tiempo y veo, siento y saboreo que nombre le pertenece. De seguro ese vacío tenga como resultante, al profundizarlo y ver con luz y honestidad que se llama dolor, que se llama carencia o deseo insatisfecho.
Y tanto el dolor, como el deseo insatisfecha tan solo puede ser sanado, satisfecho dentro mío. Yo soy quien puede sanar mi dolor, darme una respuesta que nunca me di. Accionar y no reaccionar.

Hoy, aquel vacío va teniendo nombres como valoración, respeto, mimos, cariño, reciprocidad, reconocimiento y por cada uno, una lágrima brota y con ella el dolor se presenta para poder trabajar con el para sanarme y darme el amor que me merezco; y dejar de pedirlo fuera, mendigando aquello que tengo y niego.

El vacío es la posibilidad para el re-encuentro conmigo mismo; y todo re-encuentro es con lágrimas. Al principio parecerán de dolor pero luego de haber llorado y transmutado ese dolor, veremos que son de amor y gratitud por el hacer.

El vacío no existe. El dolor no mata.
Darse una respuesta a uno mismo es comenzar la senda para el propio amor, a través del perdón y la libertad.

Es por ello que hay que encarnar el coraje y el valor para llegar a un bien mayor.

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