Festejamos el comienzo de un nuevo año. Celebramos el nuevo nacimiento de trescientas sesenta y cinco nuevas posibilidades de poder conseguir lo que deseamos.
Tan solo cambia un segundo y todo se limpia; cambia un mili-segundo y todo se renueva.
Y esto sucede pero mientras esto acontece, se está persiguiendo lo mismo de siempre, pensando de la misma manera y repitiendo lo ya repetido tantos mili-segundo, segundos, minutos, horas, días y años.
Queremos que el nuevo año sea mejor, queremos que el nuevo año nos de más posibilidades.
Queremos esto y muchísimas cosas más; mas no lo deseamos.
No ponemos nada de nosotros en nuestro deseo, no damos nada a cambio de esta posibilidad de renacer, de corregir, de sanar, de mejorar y de ser responsable en nuestras vidas.
Exigimos que el año que comienza sea mejor que el anterior, que fue malo.
Y lo exigimos como un niño que hace su berrinche, con capricho y consciencia.
Demandamos que todo sea mejor mientras no queremos perder nada, ni soltar nada. Ni tampoco queremos hacer nada al respecto.
Le demandamos "al todo" que nos de lo que merecemos y ni sabemos que deseamos. Y ni sabemos que es el merecimiento.
Se merece cuando uno hace algo al respecto. Se merece mediante la constancia, la claridad, el deseo y el buen hacer.
Se merece cuando uno decide hacerse responsable de la propia vida y darse una respuesta a uno mismo.
Y por ello, que el comienzo de este año sirva para recordarnos que existe la posibilidad de elegir, de hacer, de cambiar. Que existe en nosotros esta posibilidad y que se debe tener coraje y valor para afrontar a la rutina del ausentismo y ver y sentir el dolor de salir de aquel lugar de confort y vivir la vida.
No somos eternos en esta experiencia humana, y no me incumbe ni me quita mi energía el saber que sucederá después.
Que el comienzo de un nuevo año, sea la posibilidad del comienzo de una nueva vida.
Que el inicio de un nuevo año, sea el inicio de un cambio de elección y realización.
Que el júbilo por la llegada del nuevo año, sea escencialmente el júbilo a la propia existencia.
Y por sobre todas estas cosas....
Que el "año nuevo" no sea una sola vez al año; juguemos a que cada día comienza un año, termina un año.
Juguemos a creer que todos los días valen festejar con ganas, amor, alegría, cooperación, amabilidad.
Juguemos a creer que lo que pasó, ya quedó allí y que se puede hacer un balance para mejorar en el próximo comienzo.
Y saber que la vida es más un juego que una obligación, más un juego que un trabajo.
Habiendo dicho esto, repito "feliz año nuevo".
Feliz nuevo comienzo, asimilando lo vivido para mejorar mi conocer, mi saber y mi vivir. Proyectando desde la armonía mi vida, una vida de realización.
Tan solo cambia un segundo y todo se limpia; cambia un mili-segundo y todo se renueva.
Y esto sucede pero mientras esto acontece, se está persiguiendo lo mismo de siempre, pensando de la misma manera y repitiendo lo ya repetido tantos mili-segundo, segundos, minutos, horas, días y años.
Queremos que el nuevo año sea mejor, queremos que el nuevo año nos de más posibilidades.
Queremos esto y muchísimas cosas más; mas no lo deseamos.
No ponemos nada de nosotros en nuestro deseo, no damos nada a cambio de esta posibilidad de renacer, de corregir, de sanar, de mejorar y de ser responsable en nuestras vidas.
Exigimos que el año que comienza sea mejor que el anterior, que fue malo.
Y lo exigimos como un niño que hace su berrinche, con capricho y consciencia.
Demandamos que todo sea mejor mientras no queremos perder nada, ni soltar nada. Ni tampoco queremos hacer nada al respecto.
Le demandamos "al todo" que nos de lo que merecemos y ni sabemos que deseamos. Y ni sabemos que es el merecimiento.
Se merece cuando uno hace algo al respecto. Se merece mediante la constancia, la claridad, el deseo y el buen hacer.
Se merece cuando uno decide hacerse responsable de la propia vida y darse una respuesta a uno mismo.
Y por ello, que el comienzo de este año sirva para recordarnos que existe la posibilidad de elegir, de hacer, de cambiar. Que existe en nosotros esta posibilidad y que se debe tener coraje y valor para afrontar a la rutina del ausentismo y ver y sentir el dolor de salir de aquel lugar de confort y vivir la vida.
No somos eternos en esta experiencia humana, y no me incumbe ni me quita mi energía el saber que sucederá después.
Que el comienzo de un nuevo año, sea la posibilidad del comienzo de una nueva vida.
Que el inicio de un nuevo año, sea el inicio de un cambio de elección y realización.
Que el júbilo por la llegada del nuevo año, sea escencialmente el júbilo a la propia existencia.
Y por sobre todas estas cosas....
Que el "año nuevo" no sea una sola vez al año; juguemos a que cada día comienza un año, termina un año.
Juguemos a creer que todos los días valen festejar con ganas, amor, alegría, cooperación, amabilidad.
Juguemos a creer que lo que pasó, ya quedó allí y que se puede hacer un balance para mejorar en el próximo comienzo.
Y saber que la vida es más un juego que una obligación, más un juego que un trabajo.
Habiendo dicho esto, repito "feliz año nuevo".
Feliz nuevo comienzo, asimilando lo vivido para mejorar mi conocer, mi saber y mi vivir. Proyectando desde la armonía mi vida, una vida de realización.
Comentarios