Aquí, en este momento, luego de la libertad es que congeniamos con el amor. Nos conectamos con ese sentimiento del cual no sabemos mucho pero buscamos poder habitar, sentir, tener.
Se puede llegar a un "falso" amor, que es de necesidad y posesión, de control y opresión. Pero de ello no se va a estar hablando hoy. Aquella falsa situación, aquella "luz bella" nos enceguece y distancia más de este proceso que se ha comenzado a transitar desde el reconocimiento del vacío.
Al amor nunca se va a llegar, es un estado aspiracional. Es un deseo, es una virtud. Nosotros tan solo podemos hacer, vivir, decir y sentir utilizando como guía al amor.
Y que mejor forma de llegar al amor que mediante la libertad, que nos da alas para salir de la dualidad; a despegarnos de nuestras necesidades, carencias y cegueras. Si, al amor lo podemos ver mediante las alas de la libertad, a la aceptación y el soltar de la culta mediante el perdón.
Es una virtud a la cual utilizamos como guía, como referencia para nuestro modo de vivir.
El amor nos da referencias, nos indica el camino por la certidumbre del correcto hacer.
El amor nos inspira... Al amor lo inspiramos y allí es lo más cerca que estamos de tener amor.
El amor etimológicamente proviene de "sin muerte", es decir que estando en contacto con esa vibración, ese estadio de frecuencia, nosotros estamos sintiendo la vida, estamos viviendo la vida.
Y cuando digo vivir la vida, es soltar los miedos, las dudas, las inseguridades y aceptando el ciclo orgánico del que somos parte.
El amor me guía como las tres marías en la noche; como el sol en el día. Como el río que va al océano.
El amor no es moldeable, ni condicionable. El amor es libertad, perdón y dolor.
Es dolor porque el dolor es la parte que estamos negando, en algún grado, de nosotros mismos y nuestra experiencia.
Es difícil explicar el amor, como explicar el vacío. El amor es todo, el amor es la totalidad en constante expresión.
El amor es la inocencia de todo suceso que acontece.
El amor es el júbilo que preside a todo hacer.
El amor es la llama que ilumina toda vida.
El amor es todo esto y mucho más; es una virtud.
Es la virtud que siempre tendremos como guía cuando estemos en bienestar -bien estar- con nosotros mismos.
Es a lo que los humanos aspiramos y no llegamos; porque llegar al amor es darle forma, y allí pasa a ser una clase de amor. Como el amor de padre-hijo, madre-hija, hermanos, hermanas, parejas, amistades, etc.
El amor es el polvo divino que a todo lo rocía para darle ese "toque" divino, ese aroma a místico.
Y somos nosotros, no él, quienes somos privilegiados; y es él, y no nosotros, quien es privado de compartir la magnitud de toda experiencia ya que nosotros nos aislamos y ponderamos otras cosas, posesiones, falsos valores -necesidades y carencias-.
Comenzando por saber que me sucede y siguiendo por saber el "nombre" de lo que me sucede.
Trabajando con perdón para que aquello vaya desprendiéndose de mi, aquella sanguijuela y apegarme a mejores experiencias internas. Así se llega a ver la libertad de poder elegir, el poder de decidir por uno mismo y elevarnos para ver una virtud en su exponencial, el amor, y por ella nutrirnos y aprender sana y maduramente.
Se puede llegar a un "falso" amor, que es de necesidad y posesión, de control y opresión. Pero de ello no se va a estar hablando hoy. Aquella falsa situación, aquella "luz bella" nos enceguece y distancia más de este proceso que se ha comenzado a transitar desde el reconocimiento del vacío.
Al amor nunca se va a llegar, es un estado aspiracional. Es un deseo, es una virtud. Nosotros tan solo podemos hacer, vivir, decir y sentir utilizando como guía al amor.
Y que mejor forma de llegar al amor que mediante la libertad, que nos da alas para salir de la dualidad; a despegarnos de nuestras necesidades, carencias y cegueras. Si, al amor lo podemos ver mediante las alas de la libertad, a la aceptación y el soltar de la culta mediante el perdón.
Es una virtud a la cual utilizamos como guía, como referencia para nuestro modo de vivir.
El amor nos da referencias, nos indica el camino por la certidumbre del correcto hacer.
El amor nos inspira... Al amor lo inspiramos y allí es lo más cerca que estamos de tener amor.
El amor etimológicamente proviene de "sin muerte", es decir que estando en contacto con esa vibración, ese estadio de frecuencia, nosotros estamos sintiendo la vida, estamos viviendo la vida.
Y cuando digo vivir la vida, es soltar los miedos, las dudas, las inseguridades y aceptando el ciclo orgánico del que somos parte.
El amor me guía como las tres marías en la noche; como el sol en el día. Como el río que va al océano.
El amor no es moldeable, ni condicionable. El amor es libertad, perdón y dolor.
Es dolor porque el dolor es la parte que estamos negando, en algún grado, de nosotros mismos y nuestra experiencia.
Es difícil explicar el amor, como explicar el vacío. El amor es todo, el amor es la totalidad en constante expresión.
El amor es la inocencia de todo suceso que acontece.
El amor es el júbilo que preside a todo hacer.
El amor es la llama que ilumina toda vida.
El amor es todo esto y mucho más; es una virtud.
Es la virtud que siempre tendremos como guía cuando estemos en bienestar -bien estar- con nosotros mismos.
Es a lo que los humanos aspiramos y no llegamos; porque llegar al amor es darle forma, y allí pasa a ser una clase de amor. Como el amor de padre-hijo, madre-hija, hermanos, hermanas, parejas, amistades, etc.
El amor es el polvo divino que a todo lo rocía para darle ese "toque" divino, ese aroma a místico.
Y somos nosotros, no él, quienes somos privilegiados; y es él, y no nosotros, quien es privado de compartir la magnitud de toda experiencia ya que nosotros nos aislamos y ponderamos otras cosas, posesiones, falsos valores -necesidades y carencias-.
Comenzando por saber que me sucede y siguiendo por saber el "nombre" de lo que me sucede.
Trabajando con perdón para que aquello vaya desprendiéndose de mi, aquella sanguijuela y apegarme a mejores experiencias internas. Así se llega a ver la libertad de poder elegir, el poder de decidir por uno mismo y elevarnos para ver una virtud en su exponencial, el amor, y por ella nutrirnos y aprender sana y maduramente.
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