He aprendido a defenderme, a atacar y a ofenderme.
He armado defensas y ofensas; he desarrollado ballestas con palabras ponzoñosas y reacciones vengativas destructivas.
Y hoy, que quiero estar mejor, sentirme mejor y ser mejor persona veo todo esto como la gran muralla -no china sino mía-.
Veo y me encuentro condicionado por estos actos que niegan mi posibilidad de expresarme, comunicarme, sentirme y vincularme, luego, con un otro.
Y no llego a desactivar las trampas, las armas y las reacciones antes que estas se disparen. Veo como lastiman, como me lastiman porque yo no deseo ser esto que está mecanizado en mi. Veo el dolor que me produzco porque al frenar puedo ver, y al hacerlo me decepciono de no haber aprendido todavía.
Entonces, comienzo a modificar mi hacer ya que el modo de abordaje sobre el problema está siendo inútil; es como intentar controlar algo luego de que ya sucedió, porque dentro mio ya es un hecho.
Y la única forma de modificar eso es probar nuevas formas, es indagar sobre nuevas soluciones, nuevas posibilidades y adentrarse en el mundo del aprendizaje. Dejar el confort -del mal estar- e ir hacia aquellos lugares no explorados en busca de un bien estar; y nadie me asegura que pasaré momentos de incomodidad o dolor, pero yo si me aseguro de ir hacia donde deseo.
Mis deseos son mis guías y por ellos estoy dispuesto a dar todo.
En el pasado me veía controlando acciones, reteniendo cosas, mezquinando y especulando. Con el paso del tiempo he ido comprendiendo, y todavía continuo haciéndolo, que retener algo, aunque sea valioso, no vale si me distancia de mis deseos y proyectos, básicamente de quien deseo ser y hacer.
Y perder algo material, algo sentimental, algo de valor por algo superior, es dejar esa zona de confort. Esa zona de seguridad que me tenía, y tiene, atrapado en mi falsa realización.
Hoy comprendo mejor que el perder, cuando es por una mejor causa es darme libertad a mi mismo; y no hay mejor causa que mis deseos y proyectos. No existe mejor causa que vivir en bienestar en mi vida, conmigo mismo.
Perder, soltar, aceptar, sentir libertad, participar, sentir amor y continuar.
La vida es algo tan sencillo y no lo veo. O si lo veo pero también mi olvido.
Dejar algo que me gustaba, o me hacía sentir algo, por algo que me vincula con mi deseo, mi proyecto, mi vocación es poder ver la totalidad de las cosas y ver el valor real de las cosas.
Dejar de defenderme, de ofenderme y ofender. Dejar de sentirme ofendido y afectado. Dejar de tomar todo como un juego de dominio y control.
Soltar las idiotas banderas de lo que deseo e ir por lo que deseo... y perder todo lo que tenga que perder en el camino, para llegar liviano.
Para abrir mis alas y poder volar al momento que deba de hacerlo y no caer en picada por mi orgullo, necedad y tonta egolatría.
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